Capítulo 11

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No pudo conciliar el sueño, dio vueltas en su cama sin tener éxito, estaba intranquila sin su ama en el castillo.

Horneó galletas por si la rubia apareciese por la noche hambrienta, cosa que no sucedió.

A pesar de que ni siquiera había pasado 1 día, su corazón deseaba que estuviese en su cuarto como todos los días.

Las palabras del joven de hebras negras no eran los suficientemente convincentes como para calmar su corazón, el sentimiento de que el joven le ocultaba algo, permanecía en ella.

—Princesa—

Pronunció en un tono triste con el líquido de agua salada acumulándose en sus celeste ojos.

La rubia se levantó por completo y caminó hacia la mujer que la seguía con la mirada.

—¡! ¡Espere! ¡Hay vidrio, podría cortarse!—

Alertó a la rubia, quién dirigió su mirada al azabache.

"Recógelo"

El azabache pareció entender y con una cara de disgusto, chasqueó sus dedos, limpiando el desastre hecho.

La rubia se acercó un poco más a la mujer y abrazó sus piernas.

—Lo siento, ¿Te preocupaste mucho?—

Alzó su cabeza, mirando de manera cálida a la castaña que sintió sus ojos acumular las lágrimas.

Asintió, mientras se agachaba a la altura de la niña.

Atrajo hacia ella a la niña, que le correspondió.

—La próxima vez que vaya a estudiar a la torre negra, avíseme—

—¿Es-estudiar?—

Se separó de la mujer, agarrandola de los hombros.

—Si o ¿Acaso...no fue a estudiar?—

La rubia miró de reojo al azabache, que asentía a toda prisa.

Tragó la saliva y sonrió a la mujer.

—J-jaja, si, fui a estudiar, jajaja—

Rascó su nuca, mientras reía nerviosamente.

La castaña que oía reír a la rubia sabía perfectamente que le estaba mintiendo, pero aun así decidió cambiar de tema.

—¿Que es ese olor?—preguntó—

Ah- mierda soy yo

La rubia se quedó callada, al sentir como la castaña se acercaba a ella y olía su ropa.

—Puff- princesa, veo que estudió bastante—sonrió tapando su nariz—

—S-supongo—

—Bueno, entonces al baño—

Se levantó y dio vuelta a la niña, para encaminarla al baño.

El azabache quedó solo nuevamente y bufó, para acostarse en el sillón.

—Princesa—

La castaña cerró la puerta tras su espalda y apoyo su peso en la misma.

—¿Que sucede?—

—Se que no fue a estudiar—

La rubia se sorprendió y desvió la mirada. La castaña solo pudo suspirar.

—¿Puede contarme en dónde estuvo?—

Miró los ojos gemas de la niña que suspiró.

—..Me perdí y intenté volver, pero no sabía por donde, así que me demoré para volver..lo siento—

Las ventajas de vivir en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora