Capítulo 5

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Habían pasado ya 3 años y había comenzado mis estudios.

No quería, pero Lily me obligó, nunca se me dieron bien, no me considero una persona estudiosa.

Cuando empecé, los maestros empezaron a disminuirme y a intentar humillarme, tal como le pasó a la Athanasia original.

Pero no pudieron, porque ellos fueron los disminuidos y los humillados, después de darle unos pequeños sustos su actitud cambió y me trataron mejor.

Me escapaba en ocasiones de las clases, solo para molestarlos o porque simplemente me daba pereza.

Estaba en mi habitación como cualquier día haciendo la tarea.

Esto es fácil, pero...

¡Me da pereza!

Me acosté en el escritorio, jugando con la pluma.

Miré la pila de papeles con aburrimiento y la pluma se escapó de mis dedos.

Me levanté de la silla dispuesta a recoger la pluma que manchaba ligeramente la alfombra.

Hasta que las puertas del balcón se abrieron abruptamente.

—¡Ack!—me quejé tapando mi rostro con mi antebrazo, encogiéndome en el lugar—

¿Qué es lo que...?

El viento era demasiado anormal, mis piernas flaqueaban, obligándome a retroceder.

La fuerte ventisca se detuvo, los papeles que revoletearon por el aire, se hallaban volviendo al suelo.

Oriente mi visión hacia las puertas, decidí verificar que era lo que había provocado tal viento.

Cuando estuve por llegar a las puertas, algo se abalanzó sobre mí, haciendo que cayera.

—Maldición...—maldecí a lo bajo—

Al intentar sentarme, percibí un peso en mi estómago.

Lleve mi vista hacia mi vientre y parpadeé varias veces al ver lo que se ubicaba.

Era como un cachorro pero a la vez como un lobo, el color de su pelaje era un negro con toques azules.

Este cachorro....

¿De quién es?

Pensé agarrando al cachorro.

El cachorro agarró su cola de manera tierna.

Lindo

Acuné en mis brazos al cachorro, encajaba perfectamente en estos, me entristecí un poco pensando en lo desesperado que se debe encontrar su dueño.

Me levanté del suelo con el cachorro en brazos y lo mire enternecida.

Me recordaba a alguien que perdí.

Sacudí mi cabeza para no revivir el pasado.

De pronto recordé como el cachorro había logrado entrar en mi habitación.

Mire en dirección al balcón mientras una pregunta se formaba en mi cabeza.

¿Cómo pudo llegar hasta acá?

La altura no era poca, era bastante, se necesitaría una gran escalera para poder subir.

Mi mirada regresó al pequeño cachorro en mis brazos.

Me miraba con la lengua afuera, como si esperara algo de mí. Me di la vuelta, dirigiéndome hacia la puerta para llamar a Lily y decirle que me ayudara a buscar al dueño.

Las ventajas de vivir en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora