Capítulo 4

2.2K 246 44
                                    

—¿Qué?—hablé desconcertada—

—Dije que si querías salir—habló tomando una galleta—

—Totol no otos hoion nodu (Total no estás haciendo nada)—pronunció con la boca llena—

—Ugh, no hables con la boca llena—arrugué el rostro—

—Tsk, como quieras—se puso de pie—

—Ven aquí—hizo una seña para que me acercara—

—¿Y si no quiero ir, que harás?—hablé con una cara burlona—

Ja, ¿acaso piensas que no puedo hacerte nada solo porque eres una niña?

Ya verás.

Se teletransportó hasta donde ella, sorprendiéndola.

—¿Sabes? Yo puedo eliminarte fácilmente y borrar cada partícula de tu cuerpo, pero no lo hago tan solo porque has despertado mi curiosidad—sujetó su barbilla—

—Ahórrate tus palabras, las palabras no funcionan conmigo—me miró fijamente—

—Mantén tu distancia—me zafé de su agarre, retrocediendo—

—Bien, vámonos—chasqueó sus dedos—

¿Qué mierda? 

—Si sales así armarías un escándalo—habló mientras me miraba—

—Cambiemos tu apariencia—chasqueó nuevamente sus dedos—

¿Por qué el cabello ahora es café?

Prefiero el negro

—No se que acabas de hacer, pero cámbialo de color—toqué mi cabello—

—¿Por qué? ¿Por qué debería hacerte caso?—

Si juegas con fuego, te vas a quemar.

—Para empezar tú me trajiste aquí sabiendo mi posición y deberías saber las consecuencias de estas—

—¿No te gusta el color café?—

—Si me gusta o no, no es tu problema, ahora cámbialo—

—Como quieras, mocosa fea—chasqueó sus dedos, haciendo que mi cabello cambiase a un color azabache—

—Gracias, y no eres demasiado impresionante que digamos—caminé fuera de aquel callejón—

Está mocosa..💢

—¿Conoces este lugar?—preguntó—

—No, no lo conozco, es la primera vez que salgo de los perímetros del terreno imperial—miré mi alrededor—

—¿Entonces por qué saliste del callejón como si supieras a donde te dirigías?—acercó su cara a la mía—

—No te incumbe—desvié mi cara—

—Que grosera—balbuceo—

¿En donde diablos estamos? Nunca había salido al exterior, pero viendo el lugar, parece que estamos en un pueblo.

Estaba tan sumergida en mis pensamientos, que no me di cuenta cuando ese mago me tenía en sus brazos.

¿Quéeeeee?

—¡¿Por qué me estás cargando?!—reclamé intentando volver al suelo—

—Eres una pulga, te va a aplastar toda esta gente, además no es como si quisiera llevarte en mis magníficos brazos—

Las ventajas de vivir en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora