Me detengo por primera vez tras treinta minutos de carrera incesante, apoyo mis manos en mis rodillas raspadas y, apoderada por el cansancio, respiro hondo varias veces antes de caer redonda sobre un montículo de hojas secas.
El sol esta comenzando a ocultarse, lo cual significa que mi hora de queda se acerca. Debo apresurarme si mi propósito es huir, por lo menos esta noche, y alejarme lo antes posible de aquí. De lo contrario ellos fácilmente me encontrarán.
La única ruta que me asegura salir del pueblo sin ser detectada es la que cruza el bosque, por lo tanto una vez lista para seguir huyendo ataré los cordones de mis zapatillas viejas y desapareceré sin dejar rastro.
— Hola —La dulce voz de un niñito de piel lechosa y cabello negro como la noche se hace presente entre el rugido del viento— Soy Dylan.
El chiquillo me mira con sus grandes ojos azules y me extiende la mano derecha con una amable sonrisa torcida.
— ¡Vete de aquí! —Escupo y aparto su mano con desprecio. Él la oculta en el bolsillo derecho de su pantalón sin inmutarse.
— ¿Estás perdida? —Pregunta, ignorando mi orden anterior, con su cabeza ladeada, intentando analizarme.
— ¡No! Estoy en una misión, una de vida o muerte, y ahora vuelve a casa antes de que tus padres, preocupados, decidan buscarte y de seguido me encuentren y tiren todo mi esfuerzo y trabajo por la borda —Me acerco hasta él y ciño mis puños en torno a su camiseta— ¡Esto no es un juego, crío asqueroso! —Al instante, asustado por mis gritos y amenazas, cierra sus ojos con fuerza y da un paso hacia atrás, tropezando con la raíz de un haya que provoca su inminente caída.
No puedo evitar la curva que se dibuja en mi boca, la cual contagia a Dylan y los dos acabamos desternillándonos de la risa.
Las risas se convierten en respiraciones agitadas y la sensación de cansancio se intensifica. Poco a poco me arrastro hacia él para tumbarme a su lado.
— ¿Cómo te llamas? — Parece haber olvidado que acabo de maltratarlo hace un rato. Yo, por mi parte, no puedo permitirme grandes distracciones pero supongo que cinco minutos de conversación no harán daño a nadie.
— Puedes llamarme...
— ¡B! -Una voz, que percibo en forma de eco, me interrumpe. Me siento confusa y miro a Dylan, pero su expresión curiosa está intacta.
— Tú puedes llamarme...
Una sacudida me interrumpe y gruño en frustración. Parpadeo un par de veces ya que mi visión se ha tornado borrosa.
La imágen de Dylan en el bosque está siendo sustituida por una luz cegadora. Justo cuando siento que estoy en alguna clase de limbo la cara de Ed aparece en mi campo de visión.
— ¡Despierta, B! Ya hemos llegado a Walmart — Exclama, proporcionándome otra sacudida.
— Vuelve a hacer eso y te mataré —Digo en medio de un bostezo. Él se limita a reír y sale del coche para abrirme la puerta. Mi gabardina negra está colgando de su antebrazo derecho, mi pulso está acelerado y mi cabeza amenaza con estallar de un momento a otro, como cada vez que sueño con Dyl.
El bufido exagerado de Eddie me devuelve a la realidad. Decido arrinconar mi sueño en la parte trasera de mi mente para así poder centrarme en comprar las cuatro cosas que necesito para llenar mi nevera y para alimentar a Quely, mi cotorra.
— Cuando usted quiera señorita, tengo todo el día —Dice Eddie sarcásticamente, sosteniendo mi abrigo para que entre en el. Ruedo mis ojos y suelto otro enorme y poco atractivo bostezo.
— Ya voy impaciente —Refunfuño y el suelta una risita.
— Gracias —Susurro y beso su mejilla mientras abotono y ato en un nudo mi gabardina. Un silencio incomodo se forma cuando simplemente, él no sube a su coche y se marcha— Bueno —Alargo la o unos segundos más de los que debería para así pensar en una forma educada de echar a mi mejor amigo.— Puedes irte ya —Ed alza una ceja y sonríe de nuevo.— Quiero decir, si tú quieres, claro.
— Eres un amor, me permites elegir entre irme o quedarme con alguien que quiere que me vaya. Hermoso.
Atrapo mi labio inferior con fuerza entre mis dientes, pero por más que lo intento me resulta imposible no reírme.
Ed se aleja de mi caminando hacia atrás, con una sonrisa triunfante decorando su rostro, al rato se voltea y sube a su coche. Un Mercedes SLC 350, todo un clásico.
— ¿Realmente no quieres que me quede? Puedo esperar aquí y llevarte de regreso a tú apartamento en cuanto termines —Eddie dice con su cabeza asomando por la ventanilla.
— No hace falta, de verdad, estaré bien. Mi casa queda solo a dos calles de aquí ¿Recuerdas? —Prácticamente grito debido a la lejanía en la que se encuentran Ed y su auto.
— De acuerdo B ¡Te veo luego! Quiero decir, ya nos veremos ¿Vale? -Dice de forma acelerada mientras me lanza un último beso y por fin desaparece junto al ocaso. Yo me encamino hacia el interior del hipermercado.
***
Hasta aquí el primer capitulo de Serendipia espero que os guste :)
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Serendipia
RomanceSerendipia: descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. Con sus 23 años recién cumplidos, Bianca Wayne sigue siendo un completo enigma para todos los que la conocen. Su compleja, des...