Andrew's POV:
Ya han pasado dos semanas desde esa mañana de lunes en la que desperté en el sofá de Bianca, enrollado en mantas cual rollito de primavera.
Recuerdo el despertador del móvil sonar y mi extrañeza al detectar el desagradable olor a tostadas chamuscadas que provenía de la cocina.
La oí maldecir, cosa a la cual ya me había habituado, y marcharse frustrada hacía el segundo piso.
Me levante y vestí con la misma ropa de la pasada noche, la única que tenía, y aprovechando que ella estaba arriba decidí deshacerme de ese incomible y desastroso intento de desayuno.
En su lugar, preparé tortitas que acompañe de sirope de arce, té negro y café con leche y lo serví en la barra con tapa de cristal que había en la cocina. Prepararlo me llevó treinta minutos, exactamente lo mismo que tardo Bianca en ducharse.
Cuando bajo, casi levitando, con los ojos cerrados y olisqueando el aroma que desprendían los platos, por poco pude ver la baba descender por su barbilla.
A los cinco minutos de que se sentará y comenzará a hincarle el diente a la comida, descubrí que Bianca era una amante del buen comer aunque no supiera ni freír un huevo.
¡Apenas me dejó una tortita y media de las cinco que había preparado!
Al terminar, con las mejillas infladas de masa y con pegotes de chocolate decorando su cara, me agradeció con una sonrisa.
Cómo disculpa por haberse comido la mitad del contenido de mi plato además de lo que ya había en el suyo ella se encargó de recoger la mesa y colocar la cubertería y la vajilla utilizadas en el lavaplatos.
Le pedí permiso para usar el baño y se río de mí.
¡Ni se te ocurra entrar en mi baño! ¡Escondo un maldito cuerpo sin vida en la bañera! -Exclamó falsamente desesperada, luego rodo los ojos y rio por mi expresión de extrañeza.
Estuvimos un rato bromeado, pasándolo bien, disfrutando. Ella parecía otra persona completamente distinta y eso me estaba enloqueciendo.
Después de enjuagar mi boca, lavar mi cara y peinar mi cabello con los dedos me despedí de Bianca, salí del apartamento, monté en el coche de Ed y conduje hasta la universidad.
Llamé a Soph y le pedí que pasara por mi casa, la cual le quedaba de camino, y le pidiera a mi madre que le alcanzara algo de ropa sport limpia y mi mochila, así ella podría entregármelo todo cuando nos encontráramos en la cafetería del campus.
Y así fue. El día continúo de diez hasta que a la salida de la universidad encendí mi móvil y aparecieron registradas más de veinte llamadas perdidas de la misma persona.
Edmund.
No entendía el porqué de tantas llamadas hasta que divise su coche en el parking.
Había olvidado por completo que él pasaría a buscar su auto a mi casa. Sabía que Ed estaría furioso y en gran parte, con razón. Posiblemente el necesitó su coche y no pudo contar con el. Por mi culpa.
Entre en su coche y volvió a llamar.
- ¿E-ed? - Pregunté.
- ¿Andy? ¿Eres tú? ¡Por fin contestas, macho! Llevo toda la mañana intentando localizarte.
- Lo siento mucho Ed, acabo de salir de la universidad y apago el teléfono durante las clases. Olvidé por completo lo de tu coche, de verdad.
- No es sólo eso tío ¡Estaba preocupado por ti, joder! Pasé por tu casa está mañana, a eso de las ocho y tu madre me dijo que no estabas, que no volviste a casa a dormir y que lo más probable es que te hubieras quedado en casa de Soph. Yo sé que no te quedaste allí.
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Serendipia
RomanceSerendipia: descubrimiento o hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. Con sus 23 años recién cumplidos, Bianca Wayne sigue siendo un completo enigma para todos los que la conocen. Su compleja, des...