Capítulo 6

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—¿Quién es ella?-preguntó.
—Iria Irisa Jeon-dije.
—¿Qué estudia?-preguntó.
—Psicopatas-dije.
—Me contaron-agregó-que una vez ella estaba entrevistando a un psicópata. Le mostró una foto de una cara asustada y le pidió que identificara la emoción. Él dijo que no sabía cuál emoción era pero que era la cara que ponían las personas justo antes de que él las matara.

~X

Capítulo VI
El policía me condujo hacia un departamento aislado, no había muchos policías a esa hora y se notaba el siniestro silencio. No se porque en ese momento estaba asustada, no sé si era por el hecho de estar en un lugar tan grande a solas con un policía o por el hecho de estar a punto de confesar lo que me ocurrió, aquel hombre encapuchado me amenazó con matarme si confesaba.

Me armé de valor y confesé. Pero no exactamente cómo fue.

—Me has dicho que quieres denunciar, ¿no?—El hombre me preguntó al verme no articular ningún músculo—Muchas personas vienen a denunciar cuando algo malo y peligroso les ha pasado. Y sino me hablas porque te han amenazado no te preocupes aquí vas a tener protección. Muchas personas han pasado por aquí con este mismo problema y te aseguro que nunca les ha pasado nada por confesar. Así que, no tengas miedo. Aquí vas a tener protección, te lo aseguro.

Esto me dio una sensación de calidez en mi interior. De saber que nada me iba a pasar por mucho que contase, los policías conocían muy bien estas situaciones. Estaban mil pasos por delante de cualquier demente.

De todas formas por mucho que me sintiera agusto para contar cualquier cosa, algo en mi interior me decía que me lo guardara para mí misma y que lo descubriese yo sola.

Así que pensando bien las cosas y después de estar unos cinco minutos en la sala sin ninguno de los dos hablar, decidí romper el hielo.

—No he mentido, vengo a poner una denuncia.

—Bueno, ¿y de qué es?

—Es sobre mi vecina.

—¿Su vecina?

—Sí.

—Ah, creía que era algo más serio. Como venías con la cara pálida y te costaba hablar pensaba que podía ser  agresión o algo por el estilo.

—No. Bueno verás, su perro no deja de cagarme a la puerta de mi departamento. Y por mucho que le diga que aleje el perro de ahí no me quiere hacer caso. Esa señora me desespera y las mierdas del perro apestan demasiado.

—¿Eso es todo?

—No, también denuncio maltrato animal. No se que le da de comer al perro para que huelan tan mal esas heces.

El policía me miró con cara de incrédulo, alejando de sí todas formalidades y descargando su espalda en el respaldo de la silla sobre la que se encontraba.

—¿Me lo estás diciendo enserio? Me lo creí hasta que me dijiste lo del maltrato animal.

—Le digo la verdad señor. Lleva ya así semanas y el perro sigue haciendo sus cosas en mi felpudo.

—Bueno si desea investigaré el caso. Pero antes de poner una denuncia sobre esto necesito investigar. ¿De acuerdo?

—Bien.

—Digame su dirección y su número de teléfono por si obtenemos resultados.—El hombre procedió a apuntar mis datos sobre el ordenador que se encontraba en el escritorio—Si le llamamos es para decirle que la denuncia se ha impuesto. Puede cancelar la denuncia en cualquier momento.

El amor en la adversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora