Capítulo 4

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Los amores tempranos son los que esperan en las esquinas para ver pasar y después irse a soñar. Son amores que no se tocan pero que se evocan mucho.

~Elena Poniatowska

Capítulo IV

Al acabar de decir esas dos palabras juntas que sonaban tan siniestras viniendo de un personaje que me tenía acorralada ninguno dijo una palabra más solo nos quedamos mirándonos a los ojos.

Corriendo peligro por mi vida mi instinto de supervivencia hizo pegarle en la barbilla y salir corriendo, aunque por un momento esto me salió a la perfección, mi instinto y mi capacidad para andar no estaban de acuerdo entre sí y yo no pude mover mis piernas después de pegarle tal golpe.

Sin embargo, el sudor comenzaba a aparecer al ver como levantaba su cabeza para volver a mirarme.

Con miedo porque me hiciese daño me moví lentamente a mi izquierda sin dejar de mirarle a los ojos, con un poco de suerte no lo notaría y luego podría salir corriendo gritando en auxilio.

Ninguno hablábamos y yo no pretendía hablar salvo cuando ocurrió.

Él me agarró del antebrazo tan fuerte que me hizo daño poniéndome en el mismo lugar donde estaba.

-Para por favor, me estás haciendo daño.-Dije honestamente retorciéndome de dolor-¿Qué pretendes hacer con esto?

Usé la psicología para salvarme.

-Si esto acaba en una desgracia te vas a pudrir por dentro, no hagas algo de lo que luego te puedas arrepentir.

Es aquí cuando habló sin yo esperármelo.

-Me miró a los ojos fríamente con ese aura siniestra-Yo ya estoy podrido por dentro y ya nada podrá hacerme salir de aquí.

Me quedé perpleja ante estas declaraciones. No podía verme pero seguro que me quedé con la boca abierta. Era seguro, estaba en peligro y estaba segura de que no iba a salir de aquí con vida.

Hasta que se oyó un camión de la basura detenerse ante un contenedor para recoger la basura. He aquí que por instinto el hombre me soltó.

-Como cuentes algo de esto a alguien te mataré, no lo dudes.-Dijo sujetándome de la barbilla para que le mirase a los ojos.

Sin dejarme decir nada el hombre que parecía de corta edad se fue pero antes de girarse sobre sus pies me dio un papel atado con una cinta roja.

-Lo siento.-Fue lo último que me dijo y con eso se fue.

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Al llegar a casa Carter no estaba y lo agradecía, no me apetecía contarle lo sucedido ya que me preguntaría al ver mi cara demacrada.

Nunca me había ocurrido ninguna agresión en la calle y eso que desde muy pequeña ya vivía así, y de casualidad hoy me vuelvo a encontrar con Mina, me mudo a un departamento compartido y comienzo un trabajo. No había mejor momento para esto. El mundo me dijo que hoy iba a ser un día de sorpresas.

Recordé al hombre, vestido todo de negro con esa media en su cabeza que solo debajo ver sus ojos. El color de estos eran verdes, con grandes pestañas y su voz era profunda como si su alma se metiese dentro de tu cuerpo. Cabe la posibilidad de que estuviese modificando su voz para que nadie lo identificase, pero al menos esa voz con la que hablaba era terriblemente embriagadora.

El terror volvió a mí al pensar que estaba sola en la casa y a oscuras. Entré en mi cuarto palpando las paredes y prendí la luz. Me dispuse a quitarme la ropa y ponerme un pijama que había en el armario, juro que me compraré mis cosas cuando gane dinero.

El amor en la adversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora