Capítulo 9

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Durante largos días Carter me estuvo preguntando qué tal me habían ido las pruebas y yo le iba contando pero me estuve guardando para dentro la charla que había tenido con su novia. Yo le quería y me rehusaba a que se enfadase conmigo por si no llegaba a creerme.

Los días pasaban y yo de vez en cuando veía a Logan y me daba información que recopilaba sobre la ubicación de los tipos. Lo único que conseguíamos eran localizaciones muy lejanas de mi ciudad, eso era bueno porque no estaban cerca de mí. Era extraño pensar como Logan podía obtener tanta información en tan poco tiempo, es por eso que le llegué a preguntar varias veces si tenía algún tipo de relación con esos tipos, pero él siempre me decía que era el lado opuesto a ellos.

Comiendo sobre el sofá y mirando a Carter se me ocurrió la siguiente pregunta. ¿Podía yo conocer a su novia? Sabía que no había tenido un buen comienzo con ella, una prueba nunca iba a ser un buen inicio pero siempre se podía mejorar. Durante toda la vida he querido tener muchas amistades con las cuales pasar los buenos ratos y ya que últimamente paso mucho tiempo con su novio por lo menos llevarnos bien ella y yo sería lo mínimo, ¿no?

—¿Me llegarás a presentar a tu novia algún día?

—¿Cómo? ¿No la conociste allí?

—Puede ser. Allí había muchas personas, igual la vi y no sabía que era ella.—Mentí.

-Ella es muy tímida, ¿sabes? No le gusta conocer a gente.

-Te ha conocido a ti, ¿no puede conocerme a mí que soy con la que convives?

—Es que no le he dicho que comparto departamento.

—¿Por?

—Es muy celosa.

—No está bien ocultar las cosas, y menos a tu pareja. Debes contárselo ya o sí que se enfadará cuando se entere de que llevo aquí metida meses.

—Que no le voy a decir nada.

—¿Qué haces con alguien que es celoso? Esa es mi pregunta. He estado como tú y sé cómo te sientes, pero es lo mejor que puedes hacer. Atrévete a decirle las cosas o corta por lo sano amigo.

—Es mi decisión, si la quieres conocer no le dirás nada de que vives aquí.

—No se lo iba a decir sin tu permiso. Te estaba aconsejando.

—Tampoco te arrimes a mí.

Pasé de preguntarle por eso, ya sabía a la clase de toxicidad a la que se refería. Me levanté y dejé mis platos en el fregadero.

—Fregaré yo.

—Mañana a las 21:00 hemos quedado en el cementerio, vas tú sola y nos encontramos allí.

—Gracias por la servicialidad.—Dije como ironía.

—Has sido tú la que ha insistido. No vengas sino quieres.

—Iré, quiero conocerla.

—Pues no te quejes Iria. Lleva ropa oscura para camuflarte, si te llega a ver la policía, bueno no hace falta aclararlo. Viste oscuro y ya.

—Ni que fuéramos a abrir tumbas.

—No es por eso, son horas en las que no está permitido estar. Tenemos que saltar las vallas para entrar. De ahí la ropa negra.

—¿Qué estás haciendo?—Pregunté cambiando de tema y mirando la pantalla del portátil.

—Bueno ahora mismo un trabajo de la universidad.

—Hmm, ya veo, parece interesante. ¿Te ayudo?

—Si quieres vale.

Procedí a levantarme y dirigirme a coger el móvil del bolsillo de mi chaqueta. El primer objeto de valor que he comprado con mi primer sueldo de trabajador.

El amor en la adversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora