Capítulo 14

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La muerte no es la mayor pérdida en la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos.”

~Norman Cousins.

Capítulo XIV
Sabía que estaba aquí por una razón, porque alguien me quería consigo, pero ¿cómo que dueño? Desde que había dejado al chico tóxico con el que salía me había vuelto una persona ajena a la palabra "propiedad". Yo no era propiedad de nadie, ni nadie era propiedad mía. Esa palabra relacionada a personas la odiaba con todo mi ser. No me traía buenos recuerdos, podría decir que me aterrorizaba con las experiencias que había tenido a mi corta edad.

-¿Quién es ese del que hablas?

-No sé, puedo ser yo o puede ser cualquier otro.

Este chico quería jugar conmigo, se satisfacía con desesperación. Pero yo no estaba para juegos. Quería salir de aquí, pero, con Logan. Sí, sé que parece irónico querer salir cuando era consciente de dónde me metía, pero de lo que no era consciente es de que iba a estar sola.

-Quiero salir.-Dije seriamente a lo que él respondió con una breve risa de boca cerrada-¿Qué quieres que haga?

-¿Que qué quiero que hagas?

-Haré lo que quieras con tal de que me saques de aquí y también a mi amigo Logan.

-Bueno veamos.-Posó los dedos en su barbilla y sus ojos se desviaron de mí, pensando-Quiero que te cortes, con esto.-Me extendió una navaja que traía en su bolsillo.

-El miedo me incrementó-¿Cómo pretendes que me corte?

-Así.-Él me trazó una línea con el dedo que recorría todo el ancho de la parte trasera de la muñeca. 

Era todo lo que tenía que hacer para salir de ahí por muy psicópata que fuese la idea, debía hacerlo. Cogí la navaja con las dos manos y procedí a mirar lo afilada que estaba la hoja, parecía nueva porque tan solo pasé levemente el dedo por ella y ya me había hecho un pequeño corte. Después de esto todo fue muy rápido, me corté la muñeca y al ver tanta sangre resbalarse y saliendo a presión de su interior presioné contra mi ropa la mano, intentando cortar la hemorragia. Volvía a mirar al chico por si esto ya era suficiente y que me diese el permiso de irme, pero su mirada seguía clavada en mis manos y llevaba consigo una sonrisa estremecedora.

Le di la espalda para que me prestase atención y pareció funcionar cuando me tocó el hombro y me habló, pero lo que me dijo no me gustó nada.

-Pensaba que no ibas a ser capaz, pensaba que seguías siendo la misma quejica de antes.

-¿De qué hablas?

-Te has cortado la muñeca a lo gratis, solo era una broma que no te veía capaz de lograr, pero me lo has hecho pasar muy bien. Supongo que gracias.

Ante tal confesión desesperada me levanté y comencé a golpear la puerta y sin suerte alguna caí de nuevo en el suelo, llorando. Le miré.

-Eres un puto psicópata.

-Lo sé.-No me extrañaba su confesión, sus comportamientos no eran de alguien corriente. Se levantó y se dirigió a mí.

-Si te portas bien supongo que te podré dejar salir de aquí.

Me llevé las manos a la cabeza tratando de pensar en cuanto oigo unos pasos y luego un disparo el que me hizo temblar del susto. Alguien se acercaba y lo confirmé cuando se abrió la puerta y vi a Adam entrar.

Adam miró firmemente al otro joven.

-¿Qué haces aquí?-Su voz era calmada pero la forma en la que llegó aquí parecía contradecirse.

El amor en la adversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora