Desperté en una gran cama, el silencio reinaba a mi alrededor pero la habitación estaba iluminada por un gran cielo carmín. Miraba a mi alrededor y me topé con un retrato mío cuando tenía veinte años, tengo que admitir que me veía realmente bien con ese vestido amarillo que me había obsequiado Alastor por nuestra primera cita como novios.
Me levanté y puse los pies en el piso, estaba todo realmente helado, no había una alfombra. Tendré que pensar en ir a comprar una cuando pueda.
Lentamente, mis otros sentidos comenzaron a percibir cosas, un olor a quemado impregnó el sitio y un ligero humo danzaba por debajo de una de las tres puertas. No dudé más y fui a ver el incidente aunque mis piernas pedían clemencia.
Al estar ya al otro lado, el humo me dirigió instantáneamente a una refinada cocina donde hallé una sartén casi carbonizada. Apagué el fuego y puse el objeto en remojo, todas las ventanas estaban cerradas y aun no encontraba a nadie en el sitio.
Me acerqué a uno de los grandes ventanales para poder evacuar el mal olor pero me encontré con otro problema, el mecanismo del mismo era complejo : habían manillas que no sabía su uso y una ranura en la parte inferior. Necesitaba una llave, una pequeña. ¿Dónde estará?.
Di unos pasos a mi alrededor, en busca de algo que me ayude a abrir las ventanas pero concluí que no había nada. Estaba atrapada en la espesa neblina opaca que lentamente comenzaba a asfixiarme. El aire se volvió escaso y mi visión se limitaba a cada paso que daba. Seguí buscando hasta que me topé con una amarillenta y luminosa sonrisa.
- ¿Buscas esto? - Una brillante llave de cobre surgió entre las tinieblas.- Te enseñaré a abrirlas.
La silueta del demonio carmín se materializó y se hallaba totalmente calmado, como si el sitio estuviera totalmente pulcro. Me tendió otra llave idéntica a la suya, le seguí hasta llegar a uno de los ventanales.
- Observa bien, querida. - Insertó la llave en la ranura y dio tres vueltas hacia la izquierda. - Luego de poner la llave, bajas estas dos palancas y así lograrás que la ventana se abra. - Bajó las dos palancas superiores de donde estaba la ranura con un suave gesto.- ¡Voilà!. - Como si fuese por arte de magia, el vidrio desapareció y el humo se despedía de nosotros.
- No entiendo porque hay tanto proceso para abrir una simple ventana.
- Yo tampoco lo sé, lo que sí supe fue que el antiguo dueño era un ingeniero aficionado por las historias de Julio Verne y ambientó todas las entradas con mecanismos rebuscados. Al menos me hizo el favor de crear un sistema anti-robos. - Rió. - Si solo supieras lo que le pasó al último bandido que entró acá... No supo mal.
- No tanto como lo que hiciste con la sartén, ¿no?.
Me dispuse a sentarme en el sofá del salón. Alastor se mantenía parado con su indescriptible sonrisa.
- Veo que te has despertado por mi descuido. Mis disculpas, bella dama. - Dijo burlesco, acompañado de una torpe reverencia.
- Fue remarcable. Acepto sus disculpas. - Imité tener un abanico y fingí que lo ignoraba aunque inmediatamente me repuse. - Bueno, fuera de bromas, ¿Que preparabas?.
- Quería hacerte una exquisita jambalaya pero tuve un llamado y no apagué la llama. - Alzó sus hombros. - Igualmente, lamento que te haya despertado, prometo hacerte otra exquisitez. Verás que el otro día estuve en la biblioteca y descubrí un viejo libro de cocina francesa, tengo ansias de prepararte un... - Se le veía realmente entusiasmado pero el humo me cortó el apetito, además, no quería que tuviese que prender de nuevo la cocina por mi.
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𝙻𝚊 𝚍𝚒𝚏𝚞𝚗𝚝𝚊 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚊𝚟𝚎𝚛𝚊 ⟦𝙰𝚕𝚊𝚜𝚝𝚘𝚛 𝚢 𝚃𝚞⟧
FanfictionSólo fue una vida terrenal, llena de sentimientos que con el tiempo se desvanecieron de mi alma. Un amor al que le lloré por décadas nuestro efímero encuentro y donde todo terminó con una separación definitiva luego del mortífero tiro. A pesar de la...