Capítulo 2 : La CCI

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Estaba en la cama, muerta de fatiga desde la mañana mientras que el despreocupado notario contaba las numerosas cosas que puse a nombre de mi hijo y su familia. Dentro de la herencia habían terrenos de la Nueva Orléans que mi marido poseía pero que siempre descuidaba por su desinterés agronómico mientras que aquellas parcelas que componen riachuelos y bosques las conservaba con mucho cariño.

Yo en cambio, tuve algunos terrenos reservados para hacer cosas más personales, obviamente que solo hablo del lado espiritual, eh. Fueron épocas extrañas y muy turbulentas, tanto así que olvidé la mayoría de ellas.

De un momento para otro, el notario quedó silencioso. Al fin. Al darme vuelta hacia la puerta, supimos que alguien iba a entrar. Era mi hijo, Alistear Carter, un joven de cuarenta y seis años quien recién la vida le ha comenzado a sonreír. Cuando lo vi entrar, mi corazón latió a mil al entender que su hijo y su esposa quienes lo habían acompañado no eran más que Olivia y Louis. Nadie fue capaz de evocar tal noticia, solo esperaron en mi lecho de muerte para mostrarse.

Mi mirada se volvió fulminante, me sentí burlada y triste con el simple hecho de ver que me habían escondido la verdad pero sería injusto para el pequeño Louis que me comportase de tal forma sabiendo que esta seria la ultima vez que me vería con vida.

- _____ , perdón, mamá... Lamento mucho que sepas esto de esta manera pero no podíamos anunciarlo de otro modo, te hubiese costado la vida.

- Alistear, mi dulce Stear... - Sonreí, mi mirada se había relajado luego de escuchar sus excusas- No te preocupes por mi, ya estoy vieja, además la herencia va a nombre de tu familia y sé que estará a salvo en tus manos. Solo espero que no defraudes a tu padre vendiendo los terrenos y menos su est...

- Si mamá, sé que ese pedazo de terreno es tu preciado tesoro. Recuerda que no he hecho esto por malicia, lo he hecho porque no quiero perderte, mucho fue la ausencia de papá para que te vayas tú también por un disgusto.

- Querido mío, esto no es un disgusto. Saber que tu esposa es Olivia me tranquiliza mucho ya que sé que es una buena mujer... y sin hablar del pequeño Louis quien repite las mismas travesuras que su abuela cuando joven. ¡Ven acá mi niño ! - Alcé la voz junto con mis brazos lo mas que pude.

Louis no tardó ningún segundo para abrazarme, su cabello era tan suave y sano que parecía peluca. Aunque hoy sea mi ultimo dia, me siento agradecida por tener tan bello obsequio por parte de mi hijo.

Al separarse de mí, noté que habían dos perlas resbalando en sus pálidas mejillas. Se las limpie con mi mano y él me sonrió inocentemente.

- Familia mía, temo que hasta aquí nos veremos. El señor Brighaut les dará los detalles de la herencia junto con las recomendaciones sobre los terrenos, son puro papeleo. Prepárense una buena taza de café o de té porque eso será para largo, ¿cierto Brighaut? - Rei mientras que el notario se esforzó en hacer una mueca que casi parece una sonrisa, deberá practicar más seguido - Bien, solo pido una cosa.

- Dime mamá.

- Pido que sean unidos y que recuerden de dónde vienen, ¿de acuerdo?

Recibí unos "si" susurrados.

Ya con las últimas fuerzas que me quedaban, tomé el retrato de mi marido y lo observé fijamente. Nuestros recuerdos se materializaron a nuestro alrededor hasta que mis párpados se cerraron llevándome así, como último recuerdo, la mirada de mi esposo en un trasfondo sepia.

* * * * * * * * * * * * * *

Al abrir los ojos aterricé en un sitio desconocido donde solo había alguien distribuyendo papeles al que se le acercara. Tenía curiosidad por preguntarle dónde estaba.

𝙻𝚊 𝚍𝚒𝚏𝚞𝚗𝚝𝚊 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚊𝚟𝚎𝚛𝚊 ⟦𝙰𝚕𝚊𝚜𝚝𝚘𝚛 𝚢 𝚃𝚞⟧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora