Capítulo 3 : Entre burlas y pavor

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El demonio trajo un espejo para que viese con orgullo su trabajo. Mi reflejo solo hizo que ponga en duda mi existencia.

Me veía absolutamente aterradora, la esclerótica al igual que el iris de ambos ojos pasaron de ser blancos y cafés a diferentes tonos de rojo ; el cabello largo que hace minutos era negro fue cortado hasta los hombros y el color tornó desde la raíz a uno rosa intenso a la excepción de las puntas que permanecían negras ; la piel que pasó de ser tono canela a un tono grisáceo y lo último pero lo más grotesco fueron los dientes puntiagudos, permanecían blancos pero el filo era sumamente cortante.

- Cádriz, explícame lo que acabo de ver porque yo no me lo creo.

- Señora Carter, usted eligió la apariencia de su esposo. Bueno claro que no son idénticos porque usted es mujer y tampoco lleva consigo algo que la caracteriza a un animal. Además hemos hecho modificaciones en la vestimenta y la apariencia, están bien hechos, ¿no? - Preguntó con un aire de felicidad.

- ¿Qué soy? -Pregunté de un tono seco.

El demonio dejó su optimismo de lado sabiendo que no lo felicitaría. Bueno, tampoco le puedo culpar, yo fui quien eligió y creo que tendré que conformarme con las explicaciones que me dará.

- Un demonio con apariencia humana.

Retiro lo que he dicho, no me conformo.

- Está muy equivocado con lo que la apariencia humana. Soy atroz, hasta un leñador alpino moriría de miedo si llegase a verme.

- No, usted solo ve el reflejo de quien usted es en realidad. Yo veo a una humana, los espejos ven un demonio. Este efecto hace parte de las prerrogativas de Lilith.

- ¿Cuantas prerrogativas más me ocultaras?

- Hay varias pero descuide, las sabrá todas en la lista que le redactó nuestra señora Lilith. Escuche, entiendo que su aspecto sea algo inesperado para usted pero sepa que aún conserva la belleza de una mujer terrenal, no todos tuvieron la fortuna de conservarla cuando llegaron aquí. De hecho, este centro es para los privilegiados de los Reyes del infierno.

- Perdóneme, es solo que no logro entender todo lo que pasa aquí. No sé porqué estoy entre la lista de privilegiados sabiendo que nunca he hecho nada por los Reyes que tú hablas. Bueno - Tomé un ligero respiro - ¿Porqué tengo una apariencia humana en el infierno?

- Se dice porque usted aún no ha asumido ciertas cosas cuando estaba en vida o porque no ha vivido lo suficiente y este es un regalo para usted, la belleza humana. Lo que tiene que saber son dos cosas : los demonios pueden que la ataquen o intenten hacer pactos, jamás los acepte.

- Bien, ¿y la segunda cosa?

- La apariencia humana llegará a su fin desde el momento en que alguien vea su reflejo o si usted entra en un estado de ira o de desquicio. Al menos que quiera que los demás veamos su verdadera cara.

- Mi integridad física es primordial y me gustaría optar por la apariencia demoníaca pero en presencia de su colega Férida, me dijo que ansiaba por ver cómo soy en realidad.

- Como usted guste. - Se torno hacia la entrada estando aún sentado - Férida, entra.

La puerta se abrió y la cabra llegó con una dulce sonrisa, solo ansío ver su cara cuando me vea, aunque me sienta un poco aterrada por mi futura apariencia.

El demonio azul me devolvió la mirada y con el mismo espejo que me pasó, la puso en un costado y mi reflejo se llegó a ver. Los ojos de ambos reflejaban terror y la cabra se puso directamente de rodillas suplicando clemencia. Solo creí que le iba a provocar un susto pero aquel gesto de súplica sólo hizo preguntarme qué ha hecho Alastor en este sitio.

Mientras que la cabra estaba en el suelo, el demonio azul solo guardó las cosas y se dirigió hacia otra habitación con el más incómodo silencio.

- Férida, no haré nada. Siempre y cuando me cuentes qué pasa con mi aspecto.

- Eres idéntica al Demonio de la Radio, contigo arriesgo mi existencia. No me hagas nada, te lo suplico.

- No te haré nada, lo prometo. Solo háblame de él. - Estaba intrigada, acaso ¿ese era el apodo que los demonios le dieron a mi marido? ¿Qué has hecho Alastor?.

Al menos lo sabré en unos breves instantes, cuando lo vea, lo enfrento.

- Es una persona horrible, mató a muchos pecadores y Overlords de un chasquido. Su poder fue inigualable... Pero ahora contigo... Esto será el fin del infierno.

Me quedé callada, si salgo así ahí afuera puede que la gente me tema.En realidad, mejor así. Cádriz volvió con una maleta y un sobre. Parece que ya es la hora de irme.

- Aquí está todo lo que usted necesitará. Lamento también un poco mi ausencia, la señora Lilith me ha pedido cambiar ciertas cosas de su carta, cosas como el domicilio. Usted estará hospedada intemporalmente en el hotel de su hija Charlotte, Charlotte Magne, para ayudarle luego de eso, se le atribuye otro domicilio.

- ¿Y cómo ayudaría a su hija? ¿Siendo empleada?

- No será su empleada, será una de sus consejeras. Luego de la pelea con la reportera del canal de noticias, medio infierno se ha burlado del proyecto de la joven, una lastima.

- La redención es una idea estúpida, Cadriz.- Crítico la cabra.

- No lo sé pero sí logré sentir un poco de compasión. Algo muy extraño ya que cuando reporté a ochenta niños a México no sentí nada. Pero bueno, ya basta de charlas... Señora Carter, ya podrá ir a ver a su esposo. La guiaré hasta él.

- Bien.

Sin más, nos dirigimos hacia el hall donde había entrado.

- Bueno señora Carter, hasta aquí mi compañía. Espero que pase un dia normal acá en el infierno. Adiós.

- Adiós Cádriz.

Al irse, una silueta se dibujó a mi izquierda, me quedé estoica. Este era el momento que más había esperado en toda mi vida.

- Al fin nos volvemos a encontrar, cariño.

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Ya hasta aquí porque sino me quedaré sin contenido xD. Diganme su opinión, si les gusto o no, lo que sea. Aquí se podrán expresar libremente.

𝙻𝚊 𝚍𝚒𝚏𝚞𝚗𝚝𝚊 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚊𝚟𝚎𝚛𝚊 ⟦𝙰𝚕𝚊𝚜𝚝𝚘𝚛 𝚢 𝚃𝚞⟧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora