Capítulo 9 : Un lindo matrimonio.

21 5 6
                                    

Luego de un largo rato, nuestro plato principal se presentó ante nosotros y lucía exquisito aunque no me acordaba haber pedido algo en el menú aparte de mi bebida y entrada.

- ¿No te gusta lo que te pedí?.

- Ah, entonces fuiste tú quien pidió por mí... - Giré levemente el plato para detallar más la textura.- Pues si, se ve exquisito, ¿qué es?.

- Es una especialidad de este restaurante, lo que sé es que lleva un poco de todos los platillos lujosos del mundo humano... ¡Oh, mira! ¡Lleva un poco de caviar, dame!.

Sin previo aviso, mi marido robó un bocado de mi plato como si fuese una gaviota y luego se limpió delicadamente la boca con su servilleta.

- Vaya... No pareces nada hambriento...

- Para nada, solo vi que tenías más que yo y necesitaba neutralizar la situación.

- Ajá, si...

Sin perder ningún segundo más, tomé mi tenedor y clavé los filos en su carne. Alastor lloriqueo falsamente mientras batallaba en recuperar su pedazo y para mi sorpresa, él tomó el filete y se lo tragó... Se comió la carne con el cubierto... ¿Qué?.

- Mi tenedorcito...- Chillé.

- Pobrecita... ¿Cómo comerá ahora la desamparada señora Carter? ¿Con un cuchillo? ¿Cuchara?. Nunca lo sabremos... Descansa en mi estómago, tenedorcín.

Reímos.

- Bien, cambiando de tema... - Me pasó su cubierto.- ¿Qué planes tienes con respecto al hotel de Charlie?.

Eso fue súbito.

- Pues, todavía no sé qué hacer. Debo familiarizarme con el ambiente del hotel antes de decir algo.

- Eres alguien prudente y tienes razón con eso, uno nunca debe precipitarse en las cosas, puede que todo salga mal... Aun más si estás en el infierno.

- Y tú Alastor, ¿por qué quisiste trabajar para Charlie?.

- Es una larga pero entretenida historia... Todo comenzó con un apuesto demonio que paseaba por...

- Alastor.

- ¿Qué?.

- ¿Crees que tengo cara de infante?.

- Un poco, ahí, en la barbilla.

- Eres irrecuperable, sigue... - Dije falsamente fastidiada. La sonrisa siempre me delata.

- Como decía, el apuesto Señor Alastor paseaba por las calurosas calles del infierno mientras saludaba de vez en cuando a sus conocidos. Luego de un largo y rutinario paseo, una dulce voz surgió en las cajas de plástico. Mi curiosidad por escuchar a una deliciosa y débil alma hizo que me resignara por unos segundos mi odio, MUY JUSTIFICADO, por la televisión.... - Soltó una mueca.- Resultó ser la princesa del infierno quien hablaba en el canal de noticias, me quedé sorprendido. Su inocente proyecto fue como si me llevara a las escaleras del paraíso... Pero al paraíso de la agonía y del más profundo fracaso donde coleccionar almas sagradas y malditas sería una de mis grandes obras maestras. - La intensidad de sus palabras disipaba la ligereza del ambiente y la cambiaba a una gran pesadez que comienza a sofocarme.- Dominaría progresivamente cada uno de los anillos infernales hasta escalar al cielo y quemar a todas esas guirnaldas voladoras, me sentaría en el trono Del Todopoderoso y jugaría con las catástrofes del Universo... Después fui a su hotel y nos hicimos amigos. Fin.

𝙻𝚊 𝚍𝚒𝚏𝚞𝚗𝚝𝚊 𝚙𝚛𝚒𝚖𝚊𝚟𝚎𝚛𝚊 ⟦𝙰𝚕𝚊𝚜𝚝𝚘𝚛 𝚢 𝚃𝚞⟧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora