IV

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Bakugou todavía tenía grabado lo que acababa de suceder. Tenían práctica con la banda en unas horas más tarde, él decidió ir más temprano. No esperaba encontrarse con el sonido tan desgarrador que se escuchaba y una persona sentada en el banco del piano. Sus ojos rubíes automáticamente se dirigieron a Todoroki, se escondió para que no lo viera y trató de contener la respiración.

¿Recuerdan cuando dijo que el bastardo de Todoroki seguramente no había tocado un instrumento en su puta vida? Bueno, se equivocó. Y odiaba con su vida admitir aquello, pero la voz del bicolor llamó su atención. Parecía gritar por ayuda, su voz ronca pero a la vez suave y delicada gritaba en busca de alguna salvación, gritaba por alguien que lo escuche.

Un escalofrío recorrió su espalda y tenía la piel en flor de punta, mierda. La letra, la melodía, el sentimiento, su voz, ¡Todo! Parecía sacado de esas series musicales o de esos cantantes que con sólo una nota te transmitía todo sentimiento.

Para Bakugou, el bicolor parecía sacado de un sueño. Sin embargo, Todoroki parecía estar en una interminable pesadilla.

Miró como suspiraba aliviado, dejando salir la impotencia y preocupación que sintió al estar tocando el piano.

Bakugou aprendió entonces que la música es vibración, y que solo necesitaba dejarse llevar por ella para poder sentirla, para poder vivirla, para poder tocarla.
Percibió que las melodías podían ser rápidas o lentas, tristes o alegres, suaves o fuertes, y así, mientras escuchaba las notas de aquella partitura, se dejaba llevar por las vibraciones internas que mezcladas por su voz y producidas por el piano creaban el único sonido que Todoroki era capaz de emitir, los de las teclas del piano, porque él estaba tocando la música de su propia alma.

Jamás vio a Shoto expresar algo con tanta fuerza como ese día. ¡Le dolió! Verle sufrir de esa forma le rompió el corazón, pero jamás se lo diría.

Al girar en la siguiente esquina a la derecha, una oleada de gente le impidió continuar. Con los brazos frente a su rostro y tratando de dar aunque fuera un paso para abrirse camino entre ellos, chasqueó los labios con frustración. No podía perder el tiempo allí, pero tampoco se iría sin el bastardo de dos caras. No hasta que aceptara unirse a la banda. Y si tenía que obligarlo y agarrarlo de los pelos, lo haría.

Todoroki tendría partido de básquetbol, jugarían contra la academia de Shiketsu, uno de los mayores rivales de la UA.

UA sería el equipo local, por lo que jugarían en el auditorio del instituto. El lugar estaba repleto, ambos equipos contaban con muchos fanáticos que habían venido a apoyarlos, habiendo gente por todos los putos lugares.

A lo lejos se podía escuchar los gritos de las chicas apoyando al capitán del equipo. No era noticia nueva saber que Todoroki Shoto lograba sacar un suspiro a cualquiera que lo viera, no por nada era considerado uno de los chicos más sexys y guapos, con una belleza inusual y elegante.

Bakugou vio al equipo de básquetbol salir de los vestuarios y los siguió. El equipo se adentró a la cancha y comenzaron con el entrenamiento, él solo se mantuvo cerca, parado junto a uno de los pilares cerca de las gradas mientras vigilaba al bicolor.

Bakugou miraba a Todoroki mientras realizaba el calentamiento, observó sus blancas y largas piernas, sus esbeltos brazos. Era delgado, pero estaba en forma, ni más o menos musculoso de lo correcto, estaba perfectamente equilibrado. Con una silueta elegante.

El silbato sonó.

Todoroki brincó, y fácilmente ganó el balón.

Sus movimientos motrices eran fuertes, rápidos y elegantes, su agilidad para encestar el balón y moverse sin el eran espectaculares, sabiendo aprovechar cada centímetro de la cancha. Su capacidad para mantener la calma era admirable, volviendo impredecible sus movimientos.

ZONA PROHIBIDA | todobakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora