ZONA PROHIBIDA | todobaku

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Todoroki se vestía a las apuradas mientras Izuku lo miraba, tumbado en su cama. Estaba tocando su guitarra en un intento de saber lo que estaba haciendo. Era un mal hábito que tenía el pecoso, llegar a algún lugar y tocar todo lo que sus grandes ojos esmeraldas vean.

—¿Entonces la princesa de Momo no se presentará en el mini concierto de hoy?— preguntó el pecoso haciendo énfasis al "mini". Todoroki había acabado de contarle lo sucedido con su amiga, y que su mánager había llamado diciendo que les había conseguido un pequeño concierto para estrenar al nuevo integrante, o sea, él.

¡Era su primer concierto en vivo! Estaba putamente nervioso, sentía que en cualquier momento su corazón podía salir volando o podía llegar a mearse encima de tantos nervios que le producía pensar en que tenía que cantar y tocar en vivo. Demasiada presión suya, seguramente demasiada presión por los fans, demasiada presión por la disquera, demasiada presión por los medios de comunicación. Todoroki podía controlar todas sus emociones perfectamente, y ocultar todo sobre su rostro neutro y relajado de siempre, pero Izuku sabía que a él no podía engañarlo, no cuando lo conocía tan bien y veía como el bicolor movía aquella cadenita en su cuello, regalo de su hermano mayor y su madre.

El pecoso quería abrazarlo, apapacharlo y decirle que todo iba a estar bien. Pero se contuvo, hacer aquello porque seguramente pondría de mal humor al mitad albino y lo sacaría volando, pero si no le decías alguna palabra de aliento también se ponía de mal humor. Sí, su mejor amigo era bastante problemático.

—Mandó un mensaje de disculpas— murmuró Todoroki.

—¿Y tienes alguna idea para arrastrarla a ese escenario?

—No— soltó con un suspiro poco audible.— Ojalá.

Caos.

Eso era, un caos total. Momo no iba ser partícipe del concierto de hoy y todo parecía salirse de las manos como si estuviera intentando agarrar agua. No entendía la decisión de la azabache cuando ella fue la que le propuso tocar junto a ellos, él lograba entrar y ahora ella se salía. ¿Que mierda? No tenía sentido, no entendía a dónde iba todo esto. Bueno, si lo sabía.

<< 𝐇𝐚𝐜𝐞 𝐮𝐧𝐚 𝐬𝐞𝐦𝐚𝐧𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚 >>

Todoroki caminaba entre la multitud mientras refunfuñaba molesto, había vuelto por la pelinegra y no la encontraba por ningún lado. Encontró a Izuku hace unos momentos pero el muy maldito lo dejo a su suerte. Quería irse pero no podía sin antes saber que su amiga estaba en todos sus sentidos. Entró por un pasillo que daba a distintas puertas, oh ¡vamos! ¿Tantas puertas para qué? Parecía un laberinto más que una discoteca.

No podía decidirse por cuál de las cinco puertas abrir, así que hizo tatetí y dejó a su suerte decidir. Y si que tenía muy mala suerte. Tocó la puerta pero nadie atendía, estuvo apunto de abrirla por su cuenta pero algo lo detuvo.

Eran gemidos.

"En donde mierda me metí" pensó.

Frunciendo el ceño, completamente aturdido, deslizó la puerta y no estaba preparado para la imagen que aparece en su campo de visión. Momo besaba con fuerza el cuello de Jirou, y Todoroki ve como claramente su lengua se desliza con fervor por este, hasta llegar arriba y morderle el lóbulo de su oreja.

Se había preocupado para nada, era obvio que Momo parecía estar en todos sus sentidos y muy ardida, literalmente.

En un intento de huida, tropezó con la madera de la puerta haciendo que se abra de golpe.

Las dos chicas giran la cabeza en dirección suya y el bicolor tapa su boca, como si eso fuera hacer que no lo descubrieran. Que estúpido.

—¿Sho...chan?— el nombrado es capaz de ver entre la poca luz que entraba como los ojos de la azabache se abrían como platos. La respiración agitada del bicolor se une a la de ambas. Necesitaba escapar.—Sho...— no la dejó terminar, sus piernas comienzan a moverse solas y pasa entre la multitud de gente algo aturdido e impresionado.