Capitulo 7

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—Vamos Sakura, sal del baño! —grita Ino al otro lado de la puerta.

—¡No! —respondo enojada—. Voy a encerrarme aquí y tirar la llave por el inodoro.

—Para ser una chica que tiene una cita, se comporta de forma un poco extraña, ¿no te parece? —oigo que le pregunta a Karin.

—Está tensa, eso es todo —responde Karin.

—Sí, ¿pero de ahí a que le dé vergüenza que la veamos? ¿Nosotras? La  verá  media ciudad, ¿tú  crees  que  será  capaz? —pregunta  una preocupada Ino.

Por supuesto que no soy capaz, me digo mientras me miro al espejo por enésima vez. La imagen que refleja es muy inquietante: veo a una perfecta desconocida. Sabía que no debería haberme dejado asesorar por
mis amigas.

—¡No te atrevas a cambiar nada! —grita Karin—. Pasamps por un infierno para arreglarte.

Oh, sí, me han arreglado  para la fiesta. Honestamente, lo  único positivo de mi aspecto es que si esta noche me hacen alguna foto y alguno de mis amigos o  conocidos viera las imágenes, nadie, absolutamente nadie, sospecharía que soy yo.
Es una bendición, ahora que lo pienso.
Llevo  un  vestido  negro,  corto,  una  especie  de  tubo  ceñido  sin mangas, cubierto de encaje, que me prestó Karin amablemente. Intento bajarme el borde del vestido hacia las rodillas, pero se sube para arriba constantemente, cada vez más arriba.
Claro, yo mido un metro sesenta y cinco pero Karin es un poco más baja que
yo… Esos centímetros de diferencia hacen que deje mucho más trozo de pierna al descubierto.
Me obligaron a ponerme unas sandalias negras con un taco vertiginoso que compré hace años y que, sabiamente, nunca me había puesto. Es decir, por algo las tenía en el fondo del armario, ¿no?
Llevo un bolsito negro muy sencillo que me presto Ino. Solo puedo meter la mitad de las cosas que necesitaría, pero quejarme no servirá de nada.
El verdadero problema es que el maquillaje está muy marcado y me hicieron pequeños bucles en el pelo. Así, los mechones me caen una y otra vez sobre los ojos y no me dejan ver nada.
Esta no soy yo.
Estoy a punto  de ponerme a llorar  desesperada cuando  suena el timbre.

Entonces Karin me dice:
—Puedes salir, tu caballero está a punto de llegar.

—¿No hay forma de que se vaya? —pregunto deprimida.

—Preciosa, yo ya te dije lo que opino: no deberías haber aceptado una  locura  semejante.  Así  que  te  lo  ganaste.  Ahora  tienes  que lidiar con las consecuencias. ¡Vamos, afuera! —ordena.

Resignada, me obligo a abrir la puerta.
—¡Está subiendo! —confirma Ino.

Al cabo de unos segundos, la puerta vibra cuando él llama. Mis amigas me miran para darme ánimos.

—Ok, voy a abrir.

Afligida, me acerco a la puerta.
Aunque  tal  vez  habría  sido  mejor  no  hacerlo,  pienso,  mientras observo la imagen de Shikamaru, que me sonríe estupefacto.

—No te atrevas a decir nada —le advierto cuando entra.

Él es, como mínimo, un espectáculo. Lleva un smoking que parece hecho a medida, zapatos negros brillantes y por supuesto carísimos, y el pelo peinado como siempre, pero con estilo.

—Tranquila, no diré absolutamente nada —replica cuando entra a la sala.

Trae consigo una cortina de aire con ese aroma suyo que me hace cosquillas en la nariz.
Karin e Ino  están  a  punto  de  tener  un  ataque  al  corazón. Es comprensible, de verdad, si yo no estuviera tan acostumbrada a verlo y no fuera inmune a sus encantos, estaría igual que ellas.

Trabajando Con El Enemigo *ShikaSaku*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora