Capitulo 10

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El abuelo duque está sentado majestuosamente en su caballo negro. Es precioso, no puedo negarlo, su aspecto infunde casi tanto temor como su dueño.

Tal para cual.

Me  observa  con  una  pizca  de  preocupación  mezclada  con
desaprobación mientras trato de subir al caballo que amablemente me han
confiado: es una yegua que se llama Luna, y espero que sea todo lo contrario al satélite que le da nombre. Tiene un hocico dulce, pero nunca se sabe.
Subir a la silla es más complicado de lo que pensaba: la última vez que monté un caballo tenía más o menos diez años. Espero que sea como ir en bici: una vez aprendes, ya nunca lo olvidas. Siempre que pueda considerarse que aprendí a montar a caballo.

—Vamos, señorita Haruno, la estamos esperando —dice el duque con tono amenazador, para hacerme sentir bien.
En efecto, todo el mundo me está mirando con un poco de rabia, y maldigo a Shikamaru. Si no muere durante la resaca, ya me encargaré yo de matarlo cuando vuelva de esta absurda expedición.
No es hasta el quinto intento cuando consigo montar en la silla. Miro al duque, claramente disgustado porque haya logrado subir.

—Veo que es una jinete excelente —se burla de mí, provocando una carcajada general.
Bien, espera un poco y ya veremos quién ríe el último.

—Sí, no está entre mis aficiones preferidas —confirmo sujetando con fuerza las riendas.

Parece que Luna comprende que la monta alguien sin experiencia y no se queja. Solidaridad femenina.

—No se aleje de mí —dice el abuelo de Shikamaru—. A falta de ese holgazán de mi nieto, yo soy el responsable de su seguridad.

—Y yo que creía que era la responsable de mí misma, qué ilusa — comento con seriedad—. Pensar que estamos en el siglo XXI para descubrir que seguimos en el XVIII.

Mi frase va acompañada por una sonrisa tan sincera que cualquiera podría tragárselo. Pero no el abuelo de Shikamaru. Es probable que nadie en su vida haya osado ser irónico en su presencia. Lástima.

—No dejo de sorprenderme por la elección de mi nieto —confiesa cuando nos ponemos en marcha. Vamos en cabeza de la comitiva, los demás nos siguen a mucha distancia—. Usted no es el tipo de Shikamaru.

—¿A qué se refiere? —pregunto tratando de indagar en el sentido de su afirmación.

—Mi nieto suele rodearse de gente que lo venera y que no lo pone en tela de juicio.
—El hombre tiene razón.—Y  usted  no  me  parece  capaz  de  venerar.

Me observá para ver el efecto de sus palabras.
—En  mi  familia  solo  veneramos  a  Gandhi.

El duque ríe a carcajadas.

—Usted no me parece una persona partidaria de la no violencia — precisa poco después.

—Sí, bueno, eso  es un fallo  mío  personal. Mi familia está muy comprometida con las buenas causas y la no violencia, pero yo soy sanguinaria. Y usted comprenderá que para una familia de vegetarianos… ¡eso es un problema muy grande!

He optado por la simpatía, esperemos que sea la estrategia vencedora.

—¿Es vegetariana? ¿En serio? —pregunta como si acabara de llegar de Marte.

—Absolutamente —confirmo sin descomponerme.

—¿Y  está  participando  en  una  batida  de  caza? —pregunta sorprendido.

—Espero que aprecie el gesto. ¡Qué no haría por su compañía!

—Ah, ¡una vegetariana con el don de la ironía! Y yo que pensaba que estabamos desprovistos de ella por comer solo brócoli —dice divertido.

Trabajando Con El Enemigo *ShikaSaku*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora