Capitulo 8.

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El teléfono de la oficina suena amenazadoramente. Ahora no es buen
momento, tengo que terminar de leer este informe sobre las novedades recientes en el ámbito fiscal. Durante las épocas de crisis
se inventan algo nuevo cada día.

—¿Sí?  —respondo  un  poco  molesta,  porque  quiero  que  resulte evidente que estoy muy ocupada.

—Sakura,  tu  hermano  está  aquí —me  comunica  la  recepcionista, inmune a mi tono.

—¿Quién? —pregunto asombrada.

Llevo años trabajando aquí y nadie de mi familia, nunca, vino a verme. Pensaba que ignoraban del todo al lugar, que lo habían borrado del mapa.

—Tu hermano Gaara. ¿Le digo  que suba? —pregunta como  si estuviese hablando con una estúpida.

—Por supuesto, lo espero en el ascensor. Muchas gracias.

Intento recuperarme rápidamente del estupor y me encamino hacia el
vestíbulo. Pasan  unos  segundos  y  ahí  está,  mi  hermano,  en  todo  su
esplendor.
—¡Hola Gaara! —lo saludo sorprendida, porque se trata de una visita que no me esperaba en absoluto.

—Hola, Sakura —responde al salir del ascensor y me da un beso.

Hay algunas miradas curiosas que se fijan en nosotros. Parece que últimamente estoy contribuyendo mucho al chusmerio de la empresa.

—¿Qué haces por aquí? —pregunto  sin tapujos, dado  que mi hermano me conoce bien y sabe es que inútil fingir.

—Matsuri y yo nos vamos mañana y quería pasar a saludarte.

Gaara nunca pasa a saludar a nadie, que quede claro. Siempre está demasiado ocupado o tiene alguna vida que salvar.

—¿Quieres tomar un café? —sugiero, porque no quiero continuar esta conversación tan extraña delante de todo el mundo.

—De acuerdo —acepta.

Y eso que Gaara no bebe café. Esta visita es cada vez más surreal.
—¿Y cuánto tiempo estaran de viaje esta vez? —pregunto mientras nos dirigimos a la zona de descanso.

Alza los hombros con resignación.
—Quién sabe... Tres o cuatro meses...

—No es que no me alegre por tu visita, Gaara —confieso mientras aprieto los botones de la máquina del café—, pero me muero de ganas de saber por qué viniste. Si no recuerdo mal, ya nos despedimos el domingo —le recuerdo.

Me mira avergonzado. Bien.
—Vi el artículo del sábado —dice en voz baja, como si con eso explicara todos los misterios del universo.

—Me alegro de que encuentres tiempo para mantenerte informado. ¿Y bien? —pregunto inocentemente.

No tengo la más mínima intención de ponerle las cosas fáciles.

—¡Pues que estoy preocupado! Es normal, eres mi hermanita y me encuentro una foto tuya en el diario... tan maquillada, vestida de una forma que honestamente...

—Sí, me queda claro —lo interrumpo—. ¿Pero cuántos años tengo? —pregunto, molesta.

—Veintisiete —responde entre dientes, porque sabe a dónde quiero
llegar.

—Bien, ¿y crees que yo, a mi edad, tengo que dar explicaciones de lo que hago o dejo de hacer?

A Gaara no le gusta que lo haga quedar como tonto.

—No se trata de adónde vas, y, sinceramente, tampoco cómo vas. Sino con quién vas —dice decidido, enfatizando las palabras.

Tal vez sea mejor no interferir demasiado.

Trabajando Con El Enemigo *ShikaSaku*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora