CAPÍTULO V: En el armario

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Sala iluminada hasta en sus más profundos y oscuros rincones, con velas en los candelabros ubicados sobre las mesas cubiertas de fina tela de bordes dorados hechos a mano. En estas, cubiertos de plata, tres tenedores puestos a la izquierda de cada plato y dos cuchillos puestos a la derecha junto a una cuchara más pequeña para sopa. Blancas servilletas sobre cada plato. Todo lucía impecable para el evento.

Sonaba Prelude in G Minor de Sergei Rachmaninov del tocadisco, apenas audible.
Reyes, reinas, príncipes y princesas llegaban al palacio, finalmente ahí cada quien se acercaba a su mismo gremio y se unían a los coloquios entre estos.

Mientras tanto, en la altura del palacio, en la habitación del joven Jagger, futuro rey, yacía este sin ánimo de bajar, mas se lo había prometido a su padre.

Había terminado de ducharse y mientras peinaba su cabello largo con sus inquietos rulos, un pensamiento invadió su mente provocando que rozara sus labios con la yema de sus dedos, recordaba. Sí, lo hacía.
Anhelaba volver el tiempo y disfrutar un poco más de esos besos, esos besos que David dejó sobre toda su cara para finalmente terminar en su boca. ¿Por qué se apartó tan rápido y lo dejó así nada más? -pensaba, quizá creía que estaba confundido por su negación ante su pregunta de si le gustaban los hombres o no, pero ¿Qué más pudo contestar? Es un rey, al fin y al cabo, y los reyes no pueden enamorarse de hombres. ¿O si?

Mientras navegaba en sus pensamientos, escuchó leves golpes en su puerta llamándolo. Es su madre.

-Hijo, ¿ya estás listo? -preguntó, dejó de tocar cuando vio a este abrirle la puerta. Entró.

-Sí, madre. Estoy en eso. -le hacía inútiles nudos a una corbata.

-Déjame ayudarte con eso. -con una leve sonrisa, terminó de acomodar la corbata y admirando a su niño, tomó ambas mejillas de este. -Mi niño, tu padre está muy emocionado por hoy. ¿Lo estás tú también?

-Mm...supongo. -dijo con una fingida sonrisa. -dijo que me presentaría desde ya con los reyes. ¿No es algo pronto, mamá?

-Pero no tienes porqué preocuparte, hijo. Solo es una formalidad. Bajas, eres amable, sonríes un poco y finges que te interesa de qué están hablando. Lo hago todo el tiempo. -dijo entre risas.

Mick terminó de alistarse. Bajó por las escaleras de la mano con su bella madre. Esta a menudo solía ser muy comprensiva con su familia y detestaba los eventos del Rey, pero como siempre mostraba una sonrisa. Casi nunca se le vio triste. Ella para Mick, lo era todo.

A unos pasos de él, su padre con unos tipos conversaba. En cuanto vio a su hijo, se acercó a este y lo invitó a acompañarlo para presentarlo con los reyes.

-Padre, ¿por qué no sólo me anuncias? No quiero saludar a cada una de estas personas.

-Es una gran idea. -subió unos escalones y llamando la atención con un golpe en su copa, todos voltearon a verlo, quien orgulloso tomaba la mano de su hijo en alto.

-Estimados caballeros y damas, es un honor para mí presentarles a mi hijo, el futuro rey, Mick Jagger. Goza de una notable nobleza en su interior y estoy seguro de que cuando esté listo reinará con justicia el pueblo de Menzogna.

Todos aplauden las palabras del rey, mientras el sólo ve a su padre con completa admiración. Después de todo, no estaría tan mal tener contento a su padre tan solo por esa noche.

Por las siguientes dos horas, la cena ya había terminado y todos conversaban en pequeños grupos de sus mismos gremios.
Algunas princesas se acercaban a Mick y este fingía interés cuando veía a su padre observarlo de lejos. Sin embargo, ninguna por más hermosas que fuesen provocaban en él alguna alteración o emoción.

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