CAPÍTULO IX: Dancing in the Street

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La calidez de su cuerpo le producía tanto bienestar, parecía querer acabar con todos sus pesares. David sentía que en los brazos de Mick no podía dolerle nada mas.

Acabó su llanto, con pequeños sorbidos y con sus manos apartando sus lágrimas.

-Gracias por todo, por estar aquí. Yo...yo creo que no podría ser fuerte sin ti. -David agacha la cabeza, dejando caer las ultimas lágrimas.

Mick alza el mentón de su amado y le regala un delicado beso. -Siempre voy a estar aquí, mi amor.

Dentro de él parecía surgir el mas precioso placer, sonrió sonrojado sin saber que decir.

Tenía tanto dolor en él, que esas dos palabras dichas por primera vez se sintieron como el más dulce alivio.

Mick sostenía las mojadas mejillas de David, dejando un beso suave sobre los labios de este. Habría continuado de no ser por el ruido de pasos aproximándose.

Respiración agitada y cabellos despeinados, posicionados frente a los jóvenes amantes.

-David, Damián te está buscando. Le dije que yo me encargaría, pero fue a buscarte al aserradero, temía que te encontrara. -con las manos en sus rodillas, Lexie claramente no acostumbraba correr tanto.

-¡Gracias, gracias! -exclama con alivio. Mira a su príncipe, quien tenía sus ojos puestos en él con profundo amor, tan notorio. -Debo irme. -se acerca a los labios de Mick, lo besa rápidamente.

-¿Te veré en la noche? -sostenía la mano de su amado, quien pronto se iría.

Y le sonreía, le sonreía cuál tonto enamorado.

-David... -llama Lexie, mientras ve a todos lados vigilando que el amor secreto de su hermano menor no sea descubierto.

-Sí, nos vemos esta noche. -le brinda una sonrisa tierna. Suelta la mano de su amado y se aleja junto a su hermana.

⁂⁂⁂

-¿Iremos al aserradero o a casa?

-Vamos al aserradero, ahí fue Damián.

-¿Qué quiere?

-No lo sé, supongo que fue porque notó tu repentina ausencia.

Al llegar, Damián estaba sentado en un pedazo de tronco de madera en forma de banco. Llorando y con las manos temblorosas.

Vio llegar a David junto a su hermana, se paró frente a ellos. -¿A dónde fuiste, David? ¿Crees que fue el mejor momento para dejar a mamá sola e irte? -espetó. Suena dolorosamente desafiante.

-Lo siento. -balbuceó David.

Damián se sienta con ambas manos cubriendo su rostro, su llanto no cesa. -Perdóname, David. Yo... No quiero perderte. Temía que te pasara algo. No quiero perder a nadie más. -solloza amargamente.

David corre hacia su hermano abrazando a este, Lexie entre lágrimas también lo hace.

Tres corazones rotos ese día, se unían - por el dolor que la muerte de su padre dejó en ellos- brindando la calidez que cada uno necesitaba.

"-Algún día, cuando yo ya no esté. Estoy seguro que tú serás un gran hombre, velarás por tu hermana y tu mamá, con el trabajo que te he enseñado. Porque tú, hijo mío, eres mi orgullo."

Con los ojos cerrados, David, recordaba con pesar las palabras de su padre.

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