CAPÍTULO VI: Bugia

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—Hijo, el rey de Bugia y su hija nos acompañan esta noche.

—Encantado. —saludó, mientras sonreía falsamente. Estrechó la mano con el rey y luego procedió a tomar la mano de la princesa, deteniéndose al mirar a su padre complacido por lo que estaba a punto de hacer; sin embargo, desistió.

—Bueno, los dejamos para que platique y se conozcan mejor. —dijo el rey Jagger.

—¡Oh, si claro! —dijo, el otro rey, seguido de un cómplice guiño.
Se apartaron dejando a los príncipes cerca del balcón de palacio, donde el frío acariciaba las mejillas de la futura reina.

—Toma, se nota que tienes frío. —dijo Mick, poniendo su saco sobre los hombros de su acompañante.

—Gracias, eres muy amable para ser un príncipe.

—Creo que las personas tienen una idea errónea acerca de cómo son los príncipes.

—O quizá sólo tú seas diferente.
Si supieras lo aburrido que resulta venir a estos eventos con mucha parafernalia y repleto de príncipes que creen ser lo mejor que nos podría pasar.

—¿A quiénes? —interrumpió Mick.

—A las princesas. La mayor parte de ellos son unos engreídos y tontos. Creen que porque en algún momento podrían desposarte se convierten en dueños de ti y tu reino. A las mujeres no se nos permite ser dueñas de nuestros reinos. ¡Te juro que a veces desearía no ser una maldita princesa!

—Tú ya eres mucho más que solo una princesa. Tu espíritu libre... no dejes que sea encerrado.

—Entonces no me equivocaba. Tú, eres distinto. Ni siquiera te molestó mi "inadecuado vocabulario" para ser una princesa. Me alegra que seas diferente.

—Ya lo creo —bisbiseó. Lo pensó sin percatarse que logró decirlo. Claramente no se refería a lo mismo que la princesa.

—¿Dices algo? —preguntó ella luego de a penas oír un balbuceo.

—No, nada.

Mick observaba los cabellos negros de esta y sus ojos cuál café completamente llamativos.

—Pero de todos mis pensamientos sólo existe una culpable. Ella.
Mi madre falleció hace tres años. Era una mujer increíble. Solía decirme que el mayor poder de este mundo era el poder del amor y que sólo aquel que amaba realmente era alguien verdaderamente poderoso.
Ella intentó convencer a mi padre de casarme con un hombre que yo ame de verdad y no por convenios. Lo intentó, pero esa enfermedad la llevó antes de cumplirlo.
La extraño todos los días, tardes y noches. Hasta cuando me siento feliz. Por ejemplo ahora.

—¿Por qué eres feliz ahora? —preguntó Mick, desconcertado.

—No lo sé, creo que al fin siento que puedo confiar en alguien, puedo confiar en ti. No había sentido eso desde hace mucho.

—Puedes hacerlo. —le brindó una sonrisa.

—Tú también puedes abrirte conmigo.

—Yo...

—Sí...

—Yo... e-estoy.

—Tú estás enamorado.

—¿Qué?

—Sí, reluce en tus ojos. Es muy evidente. ¿Cómo se llama?

—¿No tienes problema con saberlo? Después de todo, nuestros padres tienen planes para nosotros.

—Sé el plan de mi padre, pero como te dije, no me casaré con alguien a quien no amo. Se lo prometí a mi madre.

—Eres muy agradable. ¿Sabes que es increíble? Mi padre nos presentó, pero no mencionó tu nombre. ¿Cuál es?

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