🍂Erika, Domingo🍂
En este momento son las 10:30 y estoy encerrada en mi pieza a punto de terminar de "arreglarme" para salir a correr con Tomás aunque él no lo haga muy seguido insistió con acompañarme así que no me quedó de otra.
Me vestí con un deportivo negro y una remera blanca junto a unas zapatillas deportivas también blancas, me hice una colita y pasé al baño a hacer todo lo que hago a la mañana.
Fruncí mi ceño al escuchar voces en el comedor y cuando fui ahí abrí mis ojos sorprendida al ver a la familia de la pareja de mi mamá.
-se levantó la morsa- dijo Francisca riendo mientras me miraba.
-buen día- dije ignorándola y sentándome a entre de Nicolás y Nahuel.
-hola Eri- dijo Nahuel y me dió un beso en la mejilla.
Sonreí ante aquel acto y comí unas tostadas.
-¿vas a salir a hacer deportes?- preguntó Eduardo y asentí.
-igual es como medio al pedo ¿no?- miré a Francisca confundida- digo, las calorías que quemas ahí las consumís solamente en el desayuno amiga.
Dejé mi tostada por la mitad y suspiré.
-¿vas sola?- preguntó mi mamá.
-no, conocí a una persona en la cafetería y va a correr conmigo- abrió los ojos y una sonrisa se formó en sus labios.
-que bueno- dijo y sonreí al notar su felicidad hacia mi.
-¿esa persona no es cerreo?- volvió a hablar Francisca.
-¿eh?- pregunté confundida.
-capas que lo conoces como Tomás, bah, obvio que lo conoces porque cuando fui a donde trabajas estabas con él- dijo sonriendo y traté de hacerle contacto visual pero fue en vano ya que bajé mi mirada al recordar sus burlas junto a aquel chico.
-¿de que Tomás habla?- preguntó mi mamá mirándome.
-u-un amigo- respondí.
-ay Mari, vos ya lo conoces también- dijo Francisca mirándola- es uno de los drogadictos de acá en frente.
-¿que?- preguntó mi mamá mirándome- decime que eso no es verdad Erika.
-n-nos estamos conociendo, son buenos amigos- dije tímida.
-¿te parece que pueden ser buenos amigos unos delincuentes drogadictos?- preguntó enojada y golpeando la mesa.
-calmate María- dijo Eduardo tocando su mano, haciéndome dar puro rechazo.
-¿como pensas que me puedo calmar Eduardo? Mi hija se esta juntando con esa gente ¡por Dios!- habló exaltada.
-estás exagerando mamá, en verdad son muy buenas personas... es más, mucho mejor que algunas que conocemos- dije mirando de reojo a Francisca.
-¿cómo podes decir una cosa así?- preguntó Eduardo mirándome.
-¿que dije?- volví a preguntarle con una ceja levantada y sacando valor de no se donde.
-estás queriendo decir que mi hija es mala y eso no te lo voy a permitir- dijo mirándome enojado.
-yo no le dije nada, que usted lo interprete así no es mi problema- dije parándome.
-Erika ¡te vas ya mismo a tu habitación!- dijo mi mamá y reí sarcástica.
Agarré una botella de agua de la heladera y sin respuestas salí para afuera encontrándome con Tomás afuera de su casa, al verme sonrió.