MAX
Joder. Esto es una mierda total.
Me he metido en una real mierda.
Tomarla de la camiseta y frenar el carro, mientras estaba a punto de estrellarme contra otro coche, ha sido una de las cosas más arriesgadas y estúpidas que he hecho en mi vida. Ella no tiene ni la más mínima idea de lo que está haciendo, eso es seguro. No sé que cosas tuvo que pasar durante el tiempo que estuvo retenida, pero debieron haberle afectado bastante la cabeza.
Golpeo el auto con la palma de mi mano y me revuelvo el cabello, me apoyo en el lateral de este tratando de tranquilizarme. Me mantengo lejos de ella. Solo viendo como solloza mientras está desplomada sobre un lado de la carretera.
Se ve frágil y vulnerable, me siento una idiota cruel con ella, pero no tengo más opción que serlo. La tomo del brazo y hago que se levante. Lo hace como si fuese una muñeca de trapo. La miro un momento y la tomo de los hombros, haciendo que me mire directamente. Cierra los ojos y los aprieta, llorando desconsoladamente. Está temblando por si fuera poco. Me hace sentir como si quisiera hacerle daño, pero lo único que quiero es ayudarla. Quiero tanto como ella salir de estar mierda en la que nos hemos metido.
Aún no entiendo por qué acepté, pero aquí estoy. Iniciando un viaje que no sé si terminaremos.
—Romina.
No abre los ojos, solo continúa llorando.
—Si abres lo ojos, te diré cuál es el plan.
Ella pasa saliva y abre los ojos lentamente. Hay odio en su mirada.
—No soy una estúpida niña.
—Lo estás siendo ahora.
—Prefiero morir a irme contigo —espeta. Sus labios diciéndolo bruscamente.
—Joder, no voy a hacerte daño.
—Has planeado algo, lo sé.
—He planeado llevarte a casa. Tu padre me lo ha dicho.
—¿Y por qué no nos dirigimos allá? ¿Por qué me estás llevando a otro lado?
—Tu padre nos espera en unas horas en una estación de tren. Él te llevará a casa es más seguro así —le explico.
Noto algo de tranquilidad en su mirada, entonces la suelto y ella se frota los brazos.
Apreté muy fuerte.
—¿Quieres decir que ese es el plan?
Asiento no tan seguro.
—Quiero hablar con mi padre. Quiero que lo llames —exige.
Me muerdo el labio inferior y exhalo.
—Vale.
Voy por el móvil de la guantera, lo tomo y regreso hacia ella. Extiendo mi brazo para que lo tome.
—Anda, llámalo si solo así vas a confiar en mí.
Me mira con desconfianza unos segundos, pero finalmente lo toma. Camina un par de pasos lejos de mí y yo la sigo vigilándola. El padre va a matarme, pero no encuentro otra manera de convencerla de subir al auto y no volver a hacer una estupidez como la de hace un momento.
—Papá, quiero ir a casa, yo solo quiero que esto acabe.
La escucho chillar, luego de unos segundos parece obtener las repuestas que quería y empieza a calmarse. Me quedo apoyado en el lateral del auto un poco ansioso, deseando haber comprado una cajetilla de cigarrillos antes de haberme metido en esta locura. Una locura que puede cambiar o terminar por destruirme la vida.
