‹ 🌾 ꒱ ❛ 𝗚𝗟𝗢𝗫𝗜𝗡𝗜𝗔 ❜ ↳ 𝖼𝗈𝗇𝗍𝖾𝗇𝗂𝖽𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝗍𝗈𝖽𝗈 𝗉𝗎́𝖻𝗅𝗂𝖼𝗈 ; 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘯𝘪𝘮𝘦 ... parte única ❜
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En la más mínima esperanza, ella corrió con toda la fuerza que todavía podían albergar sus pequeñas piernas, sin atreverse a mirar hacia atrás. Ya sabía que iban por ella, que esos hombres la perseguían dispuestos a devolverla a la celda en la que la tenían encerrada desde hacía tanto tiempo.
Hasta ese momento, no se había sentido con más suerte ni esperanzas para continuar. Porque realmente, Amonet no tenía nada por lo que luchar, su propio clan la había rechazado y exiliado, y después, los humanos la habían capturado para su beneficio.
De lo único que sí estaba segura, era que no quería seguir sufriendo, no se sentía merecedora de tanto dolor y agonía. Ella, al menos una vez, quería conocer el brillo de la felicidad; el sentimiento que te hacía sonreír de oreja a oreja.
Salió de sus pensamientos en cuanto escuchó las voces de esos humanos a sus espaldas, gritaban incoherencias para sus oídos, porque lo único que lograba entender era que tenían que atraparla. Estaba muy asustada, por eso lloraba en silencio mientras corría, pero no disminuyó la velocidad ni las esperanzas que le impulsaban a seguir.
No obstante, su cuerpo estaba herido de gravedad, y a sabiendas de eso rezaba para que esos hombres la perdieran de vista. De lo contrario, la repentina fuerza que la desesperación y la adrenalina le había otorgado, desaparecería y sería víctima de otro horrible dolor.
«¡No quiero volver a sentir dolor! ¡Ya basta!». Sus lágrimas continuaban cayendo a grandes cantidades, sin intenciones de detenerse o secarse. Quería seguir, quería continuar corriendo hasta perder a esos malvados humanos, pero comenzaba a sentir los estragos de sus heridas y con facilidad, pudo darse cuenta del rastro de sangre que estaba dejando a medida que avanzaba.
Con esto, sus esperanzas de quebraron y un sollozo salió de su boca, sabiendo que volvería a su infierno.
A causa del dolor su velocidad disminuyó, y aquella fue la oportunidad de los tres humanos para alcanzar a la pequeña demonio que tenían en su poder desde hacía años. De un simple golpe en su cabeza la fémina cayó al suelo, con sus sentidos nublados y los ojos vacíos, absolutamente destrozada por haber fallado en su único intento por ser libre.
Nuevamente, ese conocido dolor que llevaba sintiendo casi toda su vida acudió a su cuerpo con fiereza, producto de la potente lluvia de golpes que el humano estaba dejando caer sobre ella, sobre todo su pequeño cuerpo. Cuando percibió que el ataque se detenía apretó a como pudo sus manos, sintiendo el suave césped bajo las yemas de sus dedos y haciendo el vago intento de arrastrarse para alejarse aunque fuesen dos centímetros de aquellos seres tan malévolos.
