‹ 👿 ꒱ ❛ 𝗭𝗘𝗟𝗗𝗥𝗜𝗦 ❜ ↳ 𝖼𝗈𝗇𝗍𝖾𝗇𝗂𝖽𝗈 𝖺𝖽𝗎𝗅𝗍𝗈 𝗒 𝖾𝗑𝗉𝗅𝗂̄𝖼𝗂𝗍𝗈 ; 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘮𝘰𝘥𝘦𝘳𝘯𝘰 ... parte única ❜
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Suavemente alisó las arrugas de su delicada falda rosa pastel y sonrió, el reflejo de su espejo le devolvió el gesto, notando el brillo de sus ojos y lo linda que lucía esa noche. No podía engañarse a sí misma, se había esforzado bastante en su apariencia porque quería capturar la atención de una sola persona, y ese hombre resultaba ser el socio de su padre.
Tal vez seguía siendo una niña con diecisiete años, no obstante, eso no impedía que quisiera llamar la atención de ese bello magnate del que se había enamorado. Llevaba dos años de conocerle, puesto que su padre siempre lo llevaba a cenar a casa o simplemente compartían en familia, la complicación estaba en que Astred no lo veía como familia.
Esa noche estaba emocionada porque lo veía una vez más, su padre le había invitado a una ligera reunión de negocios con otros socios, y ella junto a su madre estaban invitadas, por lo que esa podría ser la oportunidad que Astred tanto había esperado. Para su fortuna, nadie sabía que ella desfallecía por ese hombre, y prefería mantenerlo así, ya que si alguien se llegaba a enterar se armaría un total desastre.
Zeldris era mayor por diez años, y el hecho de que ella estuviera enamorada de él no se vería nada bien, al menos para los demás, porque a Astred no le importaba en lo absoluto.
── ¿Astred, cariño? ¿Estás lista?──la voz de su madre resonó al otro lado de la puerta, la chica rápidamente abrió y se encontró con sus azules ojos──. Estás muy bella.──la elogió con una sonrisa.
── Gracias, mamá. Tú también.──respondió Astred con ilusión.
En ese momento, Astred notó el suave bullicio que se oía desde la planta baja, inmediatamente su corazón se aceleró por el nerviosismo y formó una temblorosa sonrisita.
── Entonces, bajemos.──la mujer tomó del brazo a su hija y con cariño la guió.
Una vez que se inmiscuyeron en el ambiente de la reunión, Astred comenzó a buscar con suma discreción al pelinegro que le robaba los suspiros, trataba de buscar aquella cabellera negra que tanto lo distinguía pero parecía no tener demasiada suerte, pues no consiguió hallarlo. A diferencia de lo que esperaba, acabaron encontrando a su padre en el camino.
── Las princesas de la fiesta, que alegría que ya están aquí.──habló su padre con dulzura, rodeando la cintura de su esposa y abrazando de los hombros a su hija.
── Iré por una bebida.──sonrió Astred.
Su padre le dirigió una mirada de advertencia pero trataba de esconder una sonrisa traviesa. Ante esto, la joven de ondulados cabellos azules esbozó una amplia sonrisa, yéndose del espacio para ir a la cocina y en el proceso esquivando a muchos hombres en traje.
