Capítulo IX: .

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Al día siguiente en el colegio nos avisaron que saldríamos antes.

Perfecto pensé.

Aprovecharía para buscar a Daniel. No iba a negarlo pero lo echaba de menos. Era lo más cercano a un amigo que había tenido en estos días en la escuela. No podía simplemente desaparecer.
No te vas a deshacer de mí tan fácilmente dijo él una vez, rodeé los ojos al pensar en ello, porque ahora era más fácil encontrar una aguja en un pajar que encontrar al chico popular del colegio.

Llegué al campo pero está vez decidí esperar. Daniel me había comentado que cuando las clases se suspendían ellos aprovechaban para entrenar más tiempo. Me senté en una fila, y mientras me acomodaba me puse los auriculares. Está vez seleccione el álbum de The all american rejects y elegí una canción animada para la espera.

My dirly little secret...

Cerré los ojos y recargue mi cabeza en la fila de arriba. Terminó la canción. Mientras elegía otra me saqué un auricular y a lo lejos escuché cuchicheos de hombres y mujeres. Cuando recién había llegado al campo estaba vacío, ahora parecía que toda la escuela se había instalado aquí.

Estaba a punto de elegir otra canción y colocarme de nuevo el auricular, cuando de re-ojo lo vi. Oh claro que lo vi. Era él.

Daniel y Pam. Pam no era la típica chica popular que tenía a todos tras de ella. Ella era peor.

Piel canela, cabello negro y brillante hasta la cintura, ojos miel, y un excelente cuerpo era todo lo que la describia. Pésimas notas. Era lo que describía a su cerebro.

Daniel y ella se encontraban en la entrada al campo, daniel le estaba contando algo y ella reía con sutileza mientras tomaba su brazo.

Se me hizo un nudo en el estómago.

¿Qué es esto? Pensé. Hambre, no lo creo. Más bien ganas de vomitar. Más bien ganas de vomitar encima de la señorita perfección.

Así que esto había estado haciendo Daniel todo el tiempo. ¡Qué tarado! Nada más comienza a salir con la chica sin cerebro y se olvida de todo lo demás.

Realmente pensé que seríamos amigos.

Desanimada, decepcionada, desilusionada y todo lo que empezara con des en ese momento era lo que describía cómo me sentía. Decidí marcharme a casa. No sin antes aventarle una vaca mentalmente a Daniel.

En mi casa, subí a mi habitación y me desconecte del mundo una vez más.

Absurdas ganas de llorar.

Basta Hally, sabías que esto pasaría. Todo seguirá igual que siempre.

Contuve las lágrimas hasta que las ganas de llorar desaparecieron.

Minutos después Isabella subió a avisarme que saldría con mamá y que regresarían tarde. Ella me miró por más de un minuto, quizás por primera vez notó que algo me pasaba pero no dijo más y se marchó.

Me quedé sola en casa, bajé a ver algo en la televisión realmente sin prestarle atención, una hora después tocaron la puerta de la entrada. Caminé sin ganas y abrí.

-¡Elliot!- Jadee al verlo. Bien necesitaba un abrazo así que antes de que él dijera algo me lancé a sus brazos. Él me estrechó.

-¿Sucede algo?- Preguntó confundido.

-Estás aquí. Me alegra tanto verte.- Murmure contra su pecho. En parte era cierto, pero también quería decirle que el único chico que había sido amable conmigo en el colegio, me había olvidado.

Él espero con cautela, luego ¿suspiro? y me estrechó aún más, pero no fue un abrazo tan confortable como el primero.

-A mí me alegra más tenerte junto a mi.- Susurró antes de depositar un frío beso por encima de mi cabello.

Segundos después lo solté para invitar a pasar.

-Elliot te ves mucho mejor. Hasta parece como sí nunca hubieses estado enfermo.- Dije sorprendida.

-Te lo dije, estando a tú lado me siento mucho mejor.- Dijo guiñándome un ojo.

Me sonroje y él sonrió.

Estuvimos juntos toda la tarde hablando sobre un montón de cosas. Hablar con Elliot era diferente a hablar con Daniel. Con Elliot podía ser yo, equivocarme, atreverme, y no sentirme intimidada, Elliot era interesante y serio. Con Daniel era todo lo contrario, con él descubría, me intimidaba, me causaba vómito, me sentía yo, pero descubriendo otra parte de mí, Daniel era relajado y divertido. Eran totalmente opuestos, y yo era alguien partida a la mitad por esté par. Con el primero era quién siempre había sido, con el segundo era lo que quería y podría ser.

¿Quién quiero ser?

DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora