Capítulo XXXIII: Muerto.

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No recordaba exactamente cuanto tiempo había pasado, quizá un mes en el cual yo le había perdido el sentido a eso llamado vida.

Recordé cuando yo era prácticamente invisible, un nadie en la preparatoria. Alguien que nunca había estado tan enamorada y al mismo tiempo tan destrozada.

En aquél entonces todo era tan fácil. Sin dolor, sin tristeza, sin amor...

Estos días habían sido tan duros en el colegio. Me encontraba con Daniel en donde caminara. Cuando nuestras miradas se cruzaban, veía el dolor en sus ojos. No odio pero sí daño. El daño que yo le había causado y no podía evitar sentir como me derrumbaba por dentro.

Un día mientras me encontraba sola en uno de los cuartos de baño de la preparatoria entraron dos chicas al tocador mientras yo seguía encerrada.

Reconocí la voz de una de ellas.

Pam.

-¿Has visto lo mal que le ha sentado el accidente de campo a Daniel Keynes?- Dijo ella con voz chillona.

-Sí, ya no es el chico apuesto de antes.- Respondió la otra chica que le acompañaba.

-De hecho no siempre fue así.- Dijo Pam de repente.- Yo conocí a Daniel antes de que ingresará a esté colegio. Estudiamos juntos el primer año en otra preparatoria. El tío tenía un hermanito buenísimo. Su nombre era Elliot.- Me quedé pasmada al escuchar su nombre. Me acerqué más a la puerta para escuchar mejor.

-Elliot lo tenía todo. Mujeres, excelentes notas, el puesto principal en el equipo de fut bol y un buen rostro y un rico cuerpo.- Agregó Pam. Mis manos comenzaban a sudar.- Aunque claro, era un verdadero cabrón como todos...-Podría apostar que Pam había encogido los hombros.- Lamentablemente el chico murió.- Dijo con desdén.

La charla se prolongó más, acerca de chicos, maquillaje y cosas estúpidas.

Me encontraba en estado de shock. Pam no podía simplemente llegar e inventarse todo esto. Elliot mintió. Me picaban los ojos, quería llorar de coraje, quería que Elliot estuviera vivo y que pudiera sentir todos los golpes que se merecía en esté momento.

Dolía saber que había mentido, pero dolía más saber que todo ese "amor" que sentía por él, ese cariño, se había ido a la mierda.

Ya no amaba a Elliot. No lo amaba en absoluto.

Mi amor por Elliot había muerto, así como él.

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