Héroes y villanos

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Narra Utano

Esta era la primera vez que escuchaba a Keigo cantar, me sorprendí un poco de lo bien que lo había hecho, su voz ronca y al mismo tiempo seductora daba vueltas en mi cabeza, pensar en su pequeña serenata me provocaba un cosquilleo interno, mi corazón enloquecía.

La noche se sentía tan corta estando a su lado, no quería irme, comimos algunos bocadillos, había cosas ligeras como mis macaroons favoritos, algunas mini tartas de fruta y sidra de manzana, charlamos mientras nos alimentábamos el uno al otro, como si fuese algo natural, me sentía tan cómoda estando a su lado, no como si me hubiese acostumbrado a su presencia luego de todo ese tiempo juntos, si no de una manera distinta, podia ser yo misma, reír genuinamente, hablar de las cosas que me gustan, había calidez cerca suyo, si me quedaba dormida en sus brazos podia sentir seguridad y también me gustaba escuchar sus historias, cocinar para el y ver su sonrisa junto a esos mechones dorados que enmarcaban su rostro.

Comenzaba a hacer algo de frío, había un par de mantas con las que nos cubrimos, aunque sus alas hacían muy bien ese trabajo, no podíamos entrar al edificio o los héroes que seguían dentro sospecharían de nuestra relación.

-Ya casi son las 2 a.m., ¿de verdad no tienes nada de sueño? (continuaba abrazándome por la espalda y dejaba tiernos besos en mis mejillas cada que podia).

-Lo digo en serio, he dormido bastante bien últimamente, no estoy particularmente cansada, ¿que hay de ti?

-Bueno... yo no he dormido bastante, pero me siento bien, puedo recargar mis baterías estando contigo (apretó un poco mas fuerte mi cintura, y dejaba caer su mentón en mi hombro, yo acaricie su cabello).

-Me preocupa que no duermas lo suficiente, pero supongo que ahora estas mejor que antes, tus noches de insomnio ya no son notorias.

-¿Lo supiste desde siempre?

-Cuando llegue aquí solías quedarte dormido sobre el escritorio, el cual estaba repleto de vasos con residuos de café... y había un color pálido en tu rostro... por eso yo me esfuerzo tanto en tener organizada tu oficina y traerte un almuerzo apropiado.

-Lo sé... (sentí su aliento sobre mi cuello) Utano es perfecta.

-No lo soy, seria algo pretencioso describirme de esa forma.

-¿Ehh?, pero lo eres, fuimos hechos a la medida del otro, así que nadie más podría encajar.

Sonreí tontamente ante su comentario, yo también lo veía de esa forma; la música que sonaba de fondo ambientaba la atmosfera a la perfección, pude identificar la canción de Put your head on my shoulder comenzar en ese momento, sentí como Keigo se levanto, voltee a mirarlo y extendió su mano hacia mi.

-No hemos bailado desde aquella cena con tu abuela, así que si esta bien para ti... ¿bailarias conmigo en esta mágica noche rodeado de estrellas?

-Lo haría incluso si estuviéramos bajo la lluvia (dije extendiendo mi mano y entrelazando mis dedos con suavidad en los suyos).

Sentí que mis piernas se movían con torpeza, pero Keigo el tomo control y guió mis movimientos, su firme mano se aferraba con cierta delicadeza a mi cintura, la otra sostenía la mía con seguridad, su confianza y forma de moverse, me hacían sentir que flotaba, nuestros cuerpos estaban tan cerca, podia sentir su cálido aliento... Keigo, murmure con voz tan baja que creí que no me había escuchado, pero su tierna sonrisa y sus ardientes ojos, me decían lo contrario.

Recargue mi cabeza en su pecho, podia escuchar claramente sus latidos, armonizaban tan bien con la música de fondo, los sonidos que emitía y su tono de voz, eran una dulce melodía.

Nuestro hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora