«Érase una vez un ángel que nació para complementar a un demonio y el demonio para salvar al ángel»
Jade comienza a sentirse atraída por Dieter desde el primer instante en que lo conoció. Todos los acontecimientos en los que juntos se ven implicado...
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El ocaso daba la bienvenida a la noche justo frente a mis ojos; perdiéndose aquel astro mayor entre la arboleda, que tan solo minutos atrás calentaba mi piel aún a través del vidrio frontal.
El tiempo transcurrió tan lento para mí estando encerrada en el vehículo, pero al menos había disfrutado cada momento mientras los últimos rayos dejaban rastro de su presencia.
Era sorprendente como en unos simples pestañazos todo se transformaba en oscuridad.
Aparcada en el estacionamiento del hospital suspiré de aburrimiento, presa de la desesperación por tanto tiempo transcurrido.
Maiana ya había pasado más de tres horas en el lugar y no habían señales de vida de su parte. Tenía que hacerse unas pruebas de sangre y verificar si las sospechas de la anemia eran certeras, así que acepté llevarla con la condición de no entrar al lugar junto a ella.
Sentía tremendo miedo por todo lo que fuera un hospital, un doctor, agujas y en especial sentía una repulsión extraordinaria —que incluso helaba mi cuerpo— por la sangre.
Nada que tuviera que ver con cuerpos humanos o enfermedades iba conmigo. Le echaba la culpa a mi hipocondría.
Saqué mi teléfono celular y busqué de entre los archivos para seguir con mi lectura.
El principe de la niebla.
Había comenzado a leer ese libro apenas dos días atrás.
El mes atrás vi a Rylee leyendo la obra literaria y la curiosidad fue la que me llevó a buscar el libro y comprarlo en forma electrónica puesto que en las librerías cercanas ya estaba agotado.
«No pudo evitar clavar sus ojos en la llave que giraba en la cerradura del armario. Finalmente, la llave detuvo su giro e, impulsada por dedos invisibles, cayó al suelo. Muy lentamente, la puerta del armario empezó a abrirse. Irina trató de gritar, pero sintió que le faltaba el aire para articular apenas un susurro. Desde la penumbra del armario, emergieron dos ojos brillantes y familiares. Irina suspiró. Era su gato. Eran tan sólo su gato.»
Leí.
Desde un principio me pareció asombroso y atrayente el misterio paranormal que asechaba a la familia.
Para confesar, era el primer libro con un poco de contenido de terror que leía, razón por la cual, algunas escenas al ser dibujadas en mi mente, me aterrorizaban y me volvían susceptible a cualquier pequeño movimiento o sonido.