O N C E

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I N C O H E R E N T E




Todo ocurrió demasiado rápido cuando la noche estaba en su mejor auge

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Todo ocurrió demasiado rápido cuando la noche estaba en su mejor auge.  La gente visitó, comió, bebió hasta saciarse y bailó en la pista descontroládamente.

Exactamente después de que el chico encargado de las fotos nos sacara unas cuantas a Dieter y a mí, mi familia se reunió y tuvimos que separarnos.

Mi padre insistió en mostrarnos el trabajo culminado y nosotras accedimos. Mala idea.

Caminamos por las calles algo vacías de toda la residencial mientras la fiesta y la mayoría de personas estaban del otro lado. Debía admitir que el trabajo sí que había sido completamente estupendo.

Me encantó la mayoría de casas y eso que no tuve la oportunidad de verlas desde dentro, pero cuando llegamos a la última, mi padre al fin habló con mucho más entusiasmo.

—Esta —colocó sus brazos sobre nuestros hombros, abrazándonos a ambas —, será nuestra nueva casa.

Era más grande que las otras, mucho más amplia y en definitiva, su fachada delantera  le hacía la única y singular de entre todas las otras casas.

—Aún le faltan algunos cuántos arreglos, pero seguramente en menos de dos meses estará lista para que nos mudemos —sacó un pequeño control de sus bolsillos y presionó uno de los botones, entonces se iluminó —. Sé que a su madre también le encantará. Al fin estaremos juntos, reunidos, en familia.

Sonreí y me voltee a encontrar a Maiana que tenía la misma expresión pegada en el rostro.

—Entremos, tienen que verla —se adelantó a nosotras y le seguimos con felicidad.

Cuando él abrió las puertas, nos recibió una fuerte luz blanca, el olor a humedad y al de madera. La sala principal era mucho más amplia que la de nuestra casa actual, tenía incluso una chimenea y eso me hizo sonreír, pasaría mucho tiempo ahí.

Lo siguiente eran las gradas al segundo nivel en forma de caracol, le faltaba al parecer una pintada, pero se veía complete hermosa.

—Esta de acá será mi oficina —señaló la puerta que estaba al lado derecho de las escaleras y continuamos caminando hasta que el pasillo se amplió y un gran cuarto blanco con ventanas por todos lados apareció en nuestra vista —. Este será el comedor y lo de allá la cocina.

Señaló detrás del desayunador, que era lo único que divida el cuarto en el que nos encontrábamos de lo que él había llamado cocina.

Todo era blanco, a diferencia de nuestra actual casa y por las luces podía ver pequeñas cosas que tenía la cocina, quería ver más de ella porque era el lugar preferido de mi madre y necesitaba de alguna forma asegurarme que fuera un lugar encantador y digno de ella.

G R A V I T YDonde viven las historias. Descúbrelo ahora