D I E Z

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J A M Á S 


La fiesta de inauguración se dio al aire libre

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La fiesta de inauguración se dio al aire libre. Las luces amarillas decoraban las ramas de los árboles, habían mesas redondas por todo el jardín adornadas con un centro de mesa minimalista con velas y por último, en el medio de todo se situaba la pista de baile con un estilo de tabla de ajedrez bastante sofisticado.

Podía ser el ambiente perfecto para divertirse y relajarse, pero no para mí. 

De mi cabeza no se despegaba todo lo que había pasado con Dieter, aquello había parecido a una muy mala y real pesadilla. Esa noche incluso no pude dormir de tanto pensar, por lo que tenía unas muy bien pronunciadas ojeras debajo de mis ojos y sentía que podía caerme del cansancio en cualquier momento.

Retomando el tema anterior, después de asustarme y exigirle a Dieter que me explicara lo que había visto y lo que era, su cercanía me agobió inmensurablemente y de la nada mi cuerpo no resistió más, sucumbí en un desmayo.

Cuando desperté estaba en mi habitación y mi papá y hermana ya estaban en casa, por lo que me explicaron yo llevaba bastante tiempo durmiendo. 

No supe más del pelinegro y tampoco quería hacerlo. Lastimosamente, esa tarde tenía que verlo, pero iba a tratar con todas mis fuerzas el mantenerme al margen y lejos todo lo que pudiera. Quería respuestas, pero ellas parecían muy peligrosas. Para mi suerte, podía controlar mi curiosidad aunque estuviera carcomiéndome. 

—Te ves hermosa hoy —alagó mi padre y traté de sonreír, sintiendo con claridad como mis ojos pesaban.

No había pensado lo que utilizaría ese día, se me había pasado rotundamente por alto y tuve que optar por la única opción que me quedaba: El regalo de Adelin y Rylee. 

Un vestido color Jade —irónico, lo sé— de terciopelo largo con abertura en la pierna, con cuello V y de manga larga, moldeable a mi figura y con un cinturón del mismo color. 

—Tú te vez muy guapo —regresé y su sonrisa se extendió —. Todo saldrá bien, descuida. Darás el mejor discurso de todos y les encantará el proyecto. 

—Ten más fe en ti, papá —Maiana llegó a nosotros, mostrando la bella sonrisa acompañada de labial rojo al igual que su vestido. 

—Todo saldrá bien, todo saldrá bien —repitió intentando ganar confianza en sí y tomando todo el aire necesario para sus pulmones. 

—Haz los ejercicios de respiración que te enseñé —lo tomé del saco para empezar a abotonarlo. 

—Iniciará en menos de diez minutos y Suellen aún no llega —hablaba de la señora Ceingre. Revisó el reloj de su muñeca y soltó el aire. 

—Hablando del rey de Roma... —Maiana señaló con su cabeza a una dirección a la izquierda de nosotros, en la lejanía y cuando mis vista se posó en el lugar, los vi. 

G R A V I T YDonde viven las historias. Descúbrelo ahora