Abigail
No sé de ti, no sé si te tengo, no sé si te perdí, quizás llegue alguien con más modales, menos enojona, que se preocupe por ti, sin tantos problemas, me encantaba que me mandaras mensaje diciendo cualquier cosa, que, aunque fuera lo más insignificante, yo era feliz, era inmensamente feliz viendo tu mensaje cada vez que llegabas de trabajar, te extraño tanto...
—¿Tenía que aparecer ahora?
—Nahomis —digo caminando detrás de ella—. Siéntate, por favor.
—No quiero.
—Bien —levanto las manos en señal de rendición—. Solo respira profundo para poder conectar con tu yo interior y dejar pasar esto.
—¿Cómo es que tuvo que venir y estar aquí dos días sin avisarnos?
—Bueno —digo rascándome la nuca—. Creo que no quería ser encontrada aquí, pero su estupidez hizo que saliera a la luz.
—Voy a dar a luz este niño —confiesa molesta—. Esté ella o no en mi vida.
—Eso está más que claro y tienes nuestro apoyo, Nahomis —comento mirando por la ventana de la oficina—. Pero ella sigue siendo dueña de esto —abro mis brazos—. No podemos dejarla.
—Está bien.
Hoy se supone que estaremos reunidas las tres, pero nada que llega Avery, ya le he dejado varios mensajes, pero no responde ni las llamadas. Me rendí a la hora. Nahomis por ahora solo se preocupa por lo que pueda hacer o decir, Alexandra está demasiado tranquila, tiene algo a su favor y es que ella al irse dejó todo, no se supo nada de ella hasta ayer, además, los contratos los lleva Nahomis y necesita el trabajo más que todas nosotras.
Pero lo que realmente me molesta es que empiece a pensar que la dejamos por fuera. ¿Acaso nos estuvo siguiendo a cada una? ¿Lleva más tiempo aquí y no nos dimos cuenta? De ser así, es una locura, ¿dónde ha estado viviendo? ¿Cómo habrá gastado todo? Hoy cuando desperté ya no estaba en la casa, Mariana dijo exactamente lo mismo, de hecho, ella fue quien me despertó para que decirme que Avery se fue de la casa.
—Te traje su té... —dice Alexandra, pero fue interrumpida por la voz de Avery.
¿Está ebria a esta hora de la mañana? ¿Cuánto es su tolerancia al alcohol?
—Tráeme uno a mí también —comenta Avery pasando al lado de Alexandra sin siquiera saludar, Ale no hace caso, simplemente se cruza de brazos retándola—. ¿Es sorda? ¿Tiene alguna condición?
—No es momento que empieces a ser una idiota —dice Nahomis sin dejar de ver su taza de té entre sus manos—. ¿Dónde estuviste?
—Aquí. Allá. En todas partes —dice sarcásticamente—. ¿Me extrañaste?
—Avery...
—¡Claro que no! —expresa mirando con odio a Alexandra—. Corriste a los brazos de esta...
—Se llama Alexandra Izarra...
—Es la nueva...
—No me interesa los detalles, Abigail —dice en voz alta—. ¿Cumple con los requisitos? ¿Quién la contrató?
—Yo...
—¡Ah! —la interrumpe de pronto—. ¿Revisaste su expediente, Abigail? —Pregunta sentándose en el borde del escritorio—. Me imagino que sí porque tú eres más cuidadosa que todos aquí.
—Claro que sí —digo mirándola con molestia—. Sabes que nadie...
—Bien, no esperaba menos de ti.