Mariana
Te fuiste, te orille a que lo hicieras, cometí tantos errores, que me duele ver que me equivoque, pero para mí desgracia, me di cuenta muy tarde, te perdí y ahora sólo me queda imaginar el futuro que pude tener a tu lado, solo me queda pensar cada noche que estás a mi lado...
Ha pasado un mes desde de la noticia de Nahomis y que Avery se fue para Canadá por cuestiones de trabajo, pero todos sabemos que es para poder afrontar la verdad y tomar una decisión entre ella y Nahomis. Aunque nadie lo quiere decir, sabemos que ella no regresará y nuestra amiga, sí, es algo nuevo en mi vocabulario, pero es mi amiga ahora, debemos estar para ella, sé que últimamente no se ha sentido sola ni triste porque siempre estamos a su lado.
Ava me pide que la dejemos procesar sola algunas cosas, pero tengo miedo de cómo le puede afectar eso al bebe, además sé lo que se siente que la persona que amas se vaya lejos de ti y tú teniendo todo para evitarlo no lo hiciste y ahora solo queda reprocharte en silencio y llorar amargadamente todas las noches mientras nadie te ve. Abigail está en otra ciudad buscando unas cosas con una nueva chica que ingresó a trabajar hace como dos semanas atrás.
Nahomis está en la oficina dirigiéndola lo mejor que puede, ella misma pidió trabajar, estar encerrada la perjudica más y está tentada a caer en la depresión. Lo de ellas se puede superar porque no tienen ese apego o esa dependencia emocional de la otra, así como la tenía con Abigail, por eso me costó salir de donde estaba. Hoy me quedé en casa porque comencé a trabajar cuatro días a la semana, así que hoy tocó día libre.
—¿Vas a querer tu té o no? —Pregunta una vez más cuando ve mi té entero, le doy un pequeño sorbo y lo mantengo en mis manos.
—Sí, lo tomo con paciencia —digo encogiéndome de hombros, me muevo en mi asiento—. ¿Cómo vas con Sergio y el deseo de ser padre?
—Bueno —suelta un suspiro—. Hemos discutido últimamente porque él quiere un hijo y... al parecer no puedo darle lo que me pide.
—¿Ya te has hecho un estudio sobre eso? —Preguntando seriamente, doy otro pequeño sorbo—. Bueno —me recargo en el espaldar del sillón que queda frente a Ava—. Él también debería hacerlo, porque no se sabe qué pasa con ambos.
—Él jura que es fértil —dice llevando sus manos hacia su rostro, me levanto dejando mi té en la mesa para sentarme al lado de ella—. Me culpa de todo...
—¡Hey, no! —acaricio su espalda lentamente y con la otra mano libre aprieto su pierna con fraternidad—. Los hombres son pendejos y para ellos la mujer siempre tendrá la culpa de todo, pero no es así en este caso.
—Las discusiones entre los dos a veces se vuelve tensa... —dice limpiando su rostro de las lágrimas—. Hasta he pensado que quiere golpearme —suelta un sollozo, en este momento la abrazo para consolarla—. Ya no sé qué pensar de él con esta situación.
—Deberían ir a un médico, ambos... —propongo mirando hacia la puerta esperando que entre Abigail y nos haga cambiar el tema—. Y no buscar culpables al respecto.
—Es difícil —comenta, pero es interrumpida por una llamada hacia mí.
Atiendo la llamada de Nahomis, me pidió que le hiciera algo de comer porque viene hacia acá, me dijo que Abigail no había llegado, pero debe estar de camino a la casa. Colgué la llamada para empezar a preparar comida para ambas. En todo el día de hoy no he hablado con ella, no sé si es porque no tiene recepción allá o es porque lo tiene apagado, lo cierto es que la extraño.
—¿Dónde está la garrapata de tu novia?
—¡Ava! —exclamo lanzándole el paño de la cocina, ella suelta una risa.