Abigail
En toda la cena bebimos entre las dos, una botella más de vino y nos llevamos una para el camino hasta nuestra habitación. Caminamos hasta el ascensor en silencio, una vez dentro de ahí, sentí un subidón de calor como si estuviese muy excitada, de pronto observo a Mariana que está viéndome de una manera extraña, sonrío a medio lado para quitarle la botella, se la entrego en las manos y repitió el mismo procedimiento de ella.
Me mira por encima de la botella, sus ojos no se apartan de mí, siento cosquillas por todo mi ser, da un paso hacia mí poniendo una de sus manos en mi pecho, mi corazón comienza a latir demasiado fuerte que creí que se me iba a salir. Las puertas se abrieron en nuestro piso. Le doy la espalda, me sorprendo cuando me da una nalgada, pero no digo nada, solo me le quedo viendo con una sonrisa perversa que lo dice todo. Cuando llegamos frente a nuestra puerta, me empotra contra la pared para dame un beso apasionado. Después de unos segundos de besarme como si se acabara el mundo en unas cuantas horas se separa para beber de la botella, alzo una ceja, pero me giro para enfrentarme a la puerta.
Abro la puerta mirándola de reojo con cada paso que doy hacia adentro del lugar, una vez dentro la pego a la pared para besar su lindo y hermoso cuello, su respiración se vuelve pesada, gimiendo mi nombre y desesperada por más. Me separo para caminar hacia el centro de la sala, ella deja la botella sobre la barra para acercarse a mí sin dejar de pasar sus largos dedos por su cuello. Cuando la vuelvo a ver directamente a los ojos, está cerca de mí excitada.
—¿Estás bien? —Pregunto pasando mi mano por su cintura para pegarla a mí, la otra la muevo hacia uno de sus mechones de cabello que se soltaron por el movimiento brusco de atraerla a mí.
—Sí —responde mirando mi cuello y el inicio de mis senos, sonrió al verla pasando su lengua por sus labios, mueve su mano hacia la blusa de botones blanca que cargaba y comenzó a desabrocharlo sin apartar la vista de mis senos.
—Mariana... —alza su vista a mis ojos, luego a mis labios, regresa a mis ojos, un fuego de lujuria en sus ojos, me besa de nuevo, sonrío en medio del beso y pongo mis manos a cada lado de su cara para que no se retire.
Terminó de desabrochar mi camisa en medio del beso, nos movimos un poco hasta chocar con el respaldo del sofá detrás de mí. Muevo mis manos a su espalda baja, siento el inicio de sus nalgas, muerdo su labio inferior de manera sutil, ella respira profundo para soltar un pequeño grito cuando halo su labio. Siento sus manos ir hacia mi trasero, me gusta que se atreva a explorar ella misma, sonrío en medio del beso.
Tengo ganas de ella, siempre ha sido así, es mi debilidad. Ya no soporto tenerla tan cerca sin tocarla, sin besar su cuerpo, su piel suave, necesito escuchar sus gemidos y que supliqué más. Besa mi hombro izquierdo con delicadeza, dejo que tome su tiempo para sentirme, para tocarme, también extrañaba estas atenciones, pasa lentamente su lengua desde de mi hombro hasta el inicio de mi oreja, muerde el lóbulo de la oreja, me hace estremecer su respiración caliente sobre mi piel.
Toma mis manos para tirarme hacia ella y caminar hacia la cama, no dejo de verla, la lujuria incrementa, por lo que la detengo, queda a espaldas de la pared, muerdo su cuello, dejándole eso rojo, muevo mis manos hacia su abdomen, levanto su playera por el borde, se lo quito para tener mejor acceso, llego a sus senos y los aprieto suavemente, los acaricio, siento como sus pezones se vuelven duros por el roce. Paso mis uñas por todo su costado hasta llegar a la espalda, le quito el sujetador.
Me separo para ver sus pezones erectos, mis manos sostienen sus senos, mis pulgares lo muevo en círculos. La veo cerrar los ojos y abrir su boca, sonrío a medio lado. Pellizco sus pezones, vuelvo a hacer círculos lentamente veo cómo se sostiene del marco de la puerta que da hacia nuestra habitación, se le escapa un gemido muy bajo. Suspiro cuando dejo de tocarla, la tiro hacia mí y me percato que estoy totalmente húmeda por culpa de ella.