Capítulo 23

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Mariana

tampoco te voy a negar que te sigo stalkeando, hay días en los que no me acuerdo de ti, hay días en los que te extraño con locura, hay días en los que deseo nunca haberte conocido, hay días como los de hoy que me pongo a pensar que, aunque pase 1, 2, 3 años, mi sentimiento va a estar ahí.

Una semana después del nacimiento de la pequeña Avery. Sí. Nahomis le puso Avery a la niña, pero eso no es todo, tiene el nombre de Abigail también, cuando esté grande puedo asegurar que ella va a querer quitarse esos nombres. A pesar de disimularlo bien, mi novia querida está encantada que lleve su nombre, aparte de eso, estamos fascinadas por el resultado de mi embarazo, hace dos días nos dieron la noticia que, si está funcionando el tratamiento, Abigail casi ni duerme por estar pendiente de mí.

—¿Ya comiste? —pregunta por tercera vez mientras tiro mis cosas en la mesa.

—Te dije que solo comí una manzana.

—Déjame prepararte la cena.

—No, no —me apresuró a abrazarla—. Deja eso, todavía es temprano —la miro a los ojos—. Además, prometiste comprar pizza para la cena.

—Pero debes alimentarte bien, la pizza... —pongo un dedo en su boca.

—¡Shhh! La pizza me hará bien a mí y al bebé.

—Pero —se queja bajo mi dedo, entorno los ojos y me acerco para besarla.

—Quiero —sigo besándola—. Pizza —muerdo suave su labio inferior—. Y me darás pizza —le sonrío ampliamente.

—Juegas sucio.

—Todo por comer pizza hoy.

Nos fuimos a sentar en el sofá para descansar un poco. Paso mi brazo por su cintura mientras ella enciende la TV, lo detiene en un partido de fútbol, gruñó y me enojo, ella sabe que no soy tan amante de esos juegos, aunque trato de verlos junto a ella, compartir todo el tiempo posible lo que nos gusta, es algo que no agrada, sus gustos son un poco diferente a los míos, intento acoplarme a eso, sé que Abigail también hace lo mejor posible para acoplarse a mis gustos.

Esto es como empezar de cero. No es nada incómodo porque la conozco mejor que nadie, igual ella a mí, sin embargo, pasar tiempo a su lado mientras compartimos nuestros gustos, es diferente. Cambia el canal y lo deja en una película que a ambas nos encanta. Creo que la primera vez que la vimos juntas nos identificamos tanto con los personajes que se volvió nuestra favorita.

—¿Te acuerdas la primera vez que lo vimos?

—Sí, fue un total estrés —comenta entre risas.

Está la parte donde la chica se arrodillan frente a él para proponerle matrimonio falso, lo hace con sarcasmo, sin embargo, él la deja allí arrodillada sin ayudarla. Ambas nos reímos. Me rodea con su brazo para acercarme más a su pecho, suspiro, recargo mi cabeza en su hombro, subo una de mis piernas en las suyas. Me gusta estar en paz con ella. Entre sus brazos me siento segura y confiada que nada me pasará.

—¿Hoy no saldrás con las chicas?

—No, hoy quiero estar aquí contigo —responde con una sonrisa en los labios—. Últimamente hemos estado mucho con ellas y no tenemos tiempo para nosotras.

—Tienes razón —digo después de pensarlo por varios segundos—. Pero es bueno estar entre amigos, amor.

—Si —besa mi frente—. Pero quiero tiempo de calidad contigo —hace silencio de golpe y se mueve a la izquierda para mirarme extrañada—. ¿No quieres que esté contigo?

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