Abigail
Abi, mañana estaríamos cumpliendo 30 meses, mañana se cumple un año de que nuestra relación se fue a la mierda, más que nada, dejamos que se fuese a la mierda (más yo que tú), un año desde que te fuiste, es raro estar sin ti, muy raro, pero sabes, ya me estoy acostumbrado, no te lo voy a negar, sigo esperando tu mensaje, pero ya no con el mismo entusiasmo que antes...
Después de un desayuno en silencio, me levanté para buscar mi celular. Tengo varias llamadas perdidas de Nahomis, mensajes de ella y Ava preguntando como la estamos pasando, entorno mis ojos para apagarlo. Encontré a Mariana despierta muy temprano, me preocupa de cierta manera porque algo la está perturbando y no me dirá hasta que se sienta completamente ahoga por eso.
¿No durmió anoche?
Se ve terriblemente mal, ¿estuvo llorando? Y si le pregunto me lo negara, no quiero empezar el día de mala manera, si estuvo llorando quiero alegrarla un poco. Sonrío de vez en cuando entre los bocados que doy. Tengo curiosidad de que le pasó, ¿tuvo un mal sueño? De ser así ¿Por qué no la escuché gritar? ¿Algún mensaje le llegó o una llamada inesperada? De todas maneras, es mi deber cuidarla y aun así no lo hago bien. De seguro se me olvidó algo, alguna fecha importante para ella y está así por eso. Debo averiguarlo cuanto antes.
—Podemos almorzar fuera —propongo levantándome de la mesa.
—Me parece bien —responde con una sonrisa—. Y así podemos ir al mar, quiero entrar a nadar ahí.
—Pero yo no te voy a acompañar, recuerda que no sé nadar.
—Deberías dejar que te enseñe un día de estos —comenta levantándose de la mesa también.
—Pero en la casa no hay alberca.
—Buscamos una para enseñarte.
—No dejaras pasar la oportunidad, ¿verdad? —Niega con la cabeza, me río y asiento—. Cuando volvamos buscaremos una, entonces.
—¡Sí! —Exclama alegre, me da un beso en la mejilla—. Me iré a arreglar para salir.
—No, es temprano —me acerco a ella acariciando su hombro—. Mejor... vamos a la cama para acostarnos un momento y luego nos vamos a caminar, ¿Te parece?
—Está bien —concuerda de mala manera.
***
Decidimos almorzar fuera, no teníamos tantas ganas de estar en el hotel ese día, además el día estaba precioso para disfrutarlo. Caminamos por todas las calles donde hay un sinfín de souvenirs, cada que avanzamos hay mejores y bellos. Mariana comenzó a comprar en pares para Sergio y Ava, quienes querían una muestra de nuestro viaje para ver si podían venir aquí la próxima vez que decidieran salir un poco de su rutina. En cuanto a los artículos que escogía para Avery y Nahomis se le complicó porque no las conoce bien y tuve que aportar mis conocimientos.
—¿Crees qué les gusten?
—Sí —respondo por enésima vez—. Deja de preocuparte, ellas les va a encantar de todas maneras.
—Es que... siento que me odian.
—Obviamente —concuerdo con ella, pongo mi mano en su espalda baja para dirigirla hacia el otro extremo de la calle—. Ahora mismo te están conociendo y te han dado una oportunidad, no te estreses por eso.
—¡Ves! —Exclama molesta—. Ellas lo hacen porque tú lo hiciste y apuesto que viven todos los días diciéndote que cometiste un gran error en regresar conmigo.