Capítulo 5

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Mariana

No te voy a negar que hay noches en las que te extraño, Abigail, te extraño con locura, noches en las que sólo desearía que fuese como antes, noches en las que daban las 10, tú diciéndome que me apurará para que me llamarás, escuchar tu voz, reírnos, hacer todo lo que hacíamos, a pasado más de un mes desde que te fuiste y es cierto que cuando dicen que el tiempo cura todo o mínimo ayuda es muy cierto...

Estuvimos andando por toda la playa esa tarde y puede nadar allí, aunque ella se negó rotundamente a entrar conmigo, pero espero conseguirlo esta noche, no importa que sea en la alberca, regresamos al hotel después de varias caminatas, ella cargaba mis zapatos en una de sus manos y la otra la tenía entrelazada con la mía. Pude distraerme no obstante casi hago causar problemas entre nosotras, otra vez. Abigail siempre logra calmarme y controlarme con solo una palabra o algún gesto.

Antes de regresar por completo al hotel hice que me compara un Monster porque sabía que no iba a aguantar en la cena el sueño, me siento tan cansada, que casi hago que Abigail decida no salir a comer hoy en el restaurante que queda en el mismo hotel.

—¿Segura qué quieres ir? —Pregunta de nuevo al verme acostada en la cama después de una ducha intensa para sacar toda la arena en partes que no sabía que eso podía meterse.

—Completamente —digo poniendo de pies. La veo de nuevo y me cruzo de brazos—. ¿En serio vas a usar un suéter para ir a cenar?

—Hace frío, Mariana —dice como si eso explicara si falta de decisión para arreglarse a cenar conmigo, sigo cruzada de brazos y la miro fijamente—. Está bien, iré a cambiar esto.

—Buena decisión.

Eso es lo malo de Abigail, a veces no le gusta arreglarse, pero intento desesperadamente que ella ame hacerlo. Le gusta andar lo más relajada posible. Me volví a sentar para esperarla y esta vez salió con una playera negra con un estampado de unos números al frente, cierro mis ojos negando con la cabeza, pero no la haré que se devuelva otra vez, me levanto para tomarle la mano y beso su mejilla.

—Debes mejorar tu guardarropa —comenta acariciándole la mejilla.

—Siempre lo hago, solo... —me mira y sonríe—. Te dejo a ti el vestirte exquisita para mi deleite y el de los demás.

—¿Acaso eso no te molesta? —Pregunto indignada.

—No, sinceramente —me besa en los labios—. Ellos se deleitan al verte con ropa y te imaginan —pone una de sus manos sobre mi cintura para atraerme a ella—. En cambio, yo te tengo en la cama vestida —besa mi hombro—. Desnuda —luego mi cuello—. En todas las posiciones que desee —y me mira a los ojos—. No tengo necesidad de imaginarte y deleitarme por un par de horas.

—Eres...

—... soy lo mejor que tienes —besa mi nariz y toma mi mano—. Eres lo mejor que tengo.

Bajamos hasta la planta baja para ir a recepción y de ahí caminar hacia la derecha para llegar al restaurante. Muchos trabajadores nos sonreían mientras íbamos caminando, me percaté que Abigail estuvo seria durante todo el trayecto. Sé que le afectó de una manera diferente lo que dije en la tarde y por eso está actuando así, tampoco tengo intención de solucionarlo porque hay muchas personas, es mejor evitar cualquier altercado entre nosotras.

Escogimos nuestra mesa, esta vez me encargué yo de hablar con el mesero, Abigail solo nos observaba en silencio, muchas veces alzó la ceja sorprendida por mi forma de ser con ese chico, hasta yo misma me sorprendí al dedicarle una sonrisa amigable cuando tomó nuestros menús y se fue a entregar nuestro pedido.

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