dos.

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julieta.
2004.

salimos de la escuela mientras que tomás me hablaba de como amaba dragon ball.

—sí, bueno, allá está mi mamá.— dije.
—¿a vos te viene a buscar tu mamá?

—lo dudo.— dijo. —me voy solo.

fruncí el ceño. —pero, te puede pasar algo.

mi mamá se acercó. —hola amor.— me saludó, después miró a tomás. —¿él es tu amigo?

—sí, se llama tomi.

—un gusto, tomi, yo soy mariana.— él sonrió para después darle un beso en el cachete. —¿a tomi no le gustaría ir a merendar a casa?

—em... ¿te gustaría, to?— pregunté, mientras cruzaba los dedos.

—eh... no quiero molestar.

mi mamá sonrió. —no molestas, hice una torta de chocolate.

—uy, tenés que venir si o si, las tortas de mi mamá son las mejores.— comenté.

—¿en serio?

—no es por alardear, pero... me salen muy bien.

—bueno, está bien.— aceptó el morocho.

sonreí y empezamos a caminar hacia mi casa, nosotros íbamos un poco adelantados mientras que mi mamá iba un poco más atrás.

—¿y porque me ayudaste hoy?

me encogí de hombros. —es que... que se yo.

—no me gusta que me tengan lástima, mi mamá dice que prefiere que nos muramos de hambre antes de que la gente tenga lástima por nosotros.

—¿cuántos hermanos tenés?

—tres.— respondió suspirando. —dos son bebés y se llevan toda la atención, mientras que está mi hermanastro de dieciséis que es bastante malo.

—¿sí?

—sí.— afirmó. —mi papá cuando estaba...— hizo una pausa, parecía afectado por nombrarlo. —él... me había regalado unos muñecos de dragon ball, pero mi hermanastro los destruyó hace poco.

—dios, que maldito.— dije. —¿porque hace eso?

—me odia.— contestó. —todos lo hacen, menos lucas.

—hey, yo tampoco te odio.— dije, golpeándolo suavemente.

—bueno, me olvidé de vos.— rió un poco.

cuando llegamos a mi casa, mi papá nos recibió.

tomás se presentó ante él con un poco de vergüenza, aunque eso duró poco porque literalmente lo robé para que vaya conmigo a mi habitación.

—es un poco desastre...— confesé. —pero, es mi desastre.

sonrió. —ya con tener un cuarto para vos sola es increíble.

—mira, mira.— dije, sacando de mi placard mi guitarra heredada de cuando mi papá tocaba en la calle.

—¿es tuya?

—sí, cuando sea grande, voy a ser una cantante famosa.

—¿en serio te gusta cantar?

—me encanta.— me senté en mi cama y toqué unas melodías raras en la guitarra.

—a mi también me gusta cantar.

—¿te imaginas que tengamos una banda?— dije emocionada.

—chicos, a merendar.— escuché la voz de mi mamá llamándonos.

corrimos hacia el comedor, mi mamá nos esperaba con un plato de torta de chocolate y una chocolatada. mi papá nos hacia reír casi expulsando la leche por la nariz, se notaba lo contento que tomás estaba y eso, me ponía contenta a mí.

escuchamos como tocaban la puerta y mi mamá fue a atender.

—tomás, es para vos.— informó.

yo lo acompañé, del otro lado, estaba lucas con su mamá.

—tomi... ¿que haces acá?— le preguntó la señora.

—julieta me invitó.— contestó.

—tu mamá está re enojada.— habló lucas. —tenés que irte.

𝘤𝘩𝘪𝘲𝘶𝘪𝘵𝘪𝘵𝘰𝘴 » 𝘤.𝘳.𝘰 𝘺 𝘤𝘢𝘻𝘻𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora