dieciocho.

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julieta.

las manos de tomás apretaban mi cadera mientras que su boca se movía ágilmente sobre la mía, sus labios eran tan suaves y adictivos como los recordaba.

-eran diez minutos.- murmuré agitada.

-¿querés parar?- preguntó mirándome a los ojos.

negué.

-no, no, no, pero esto está mal.- dije empujándolo fuerte, logrando que caiga sobre una mesa tirando las cosas, pero volví a acercarme a él para besarlo. me agarró a upa y me llevó hasta su habitación, me recostó bruscamente sobre la cama y comenzó a desvestirme rápidamente. cuando mis pantalones y ropa interior estuvieron bajos, su boca fue directamente hasta mi zona, donde comenzó a darme un sexo oral que solamente él podía darme. -¡ah, tomás!

-te extrañé tanto.- susurró, mientras llevaba sus manos hasta el borde de su remera para quitársela, introdujo dos dedos dentro de mí logrando que mueva mi pelvis en busca de más fricción. me incorporé un poco y llevé mis manos hasta su entrepierna, tocando su miembro por encima de la tela. -tocame.- pidió. -tocame mucho, todo lo que estos años no tocaste.- regulé mi respiración, él cambió de posición quedando abajo y yo, en cuatro, acerqué mi rostro hasta su miembro, el cual llevé a mi boca luego de bajar su ropa.
-ah...- gruñó, haciéndome saber que lo estaba haciendo bien.

metí toda su longitud en mi cavidad bucal, algo que era increíble para mi porque, la pija de tomás no era chiquita. dos minutos estuve así, hasta que la palpitación de mi zona era tan intensa que no logré aguantar más.

alcé mis caderas y él abrió con sus dientes el forro, se lo colocó y estimulé mi vagina con la punta de su pene antes de introducirme.

comencé a moverme suavemente para luego ir aumentando la velocidad. nuestros cuerpos palpitantes, idos, necesitados de roce se volvían locos en cada estocada.

-tomás...- grité.

-julieta...- su mano fue a mi cuello, apretando moderadamente. -te necesitaba tanto.

-yo también, tomás, muchísimo.- confesé mientras no dejaba de moverme.

colocó sus manos en mi cadera y me bajó de encima suyo. -ponete en cuatro.- ordenó, mientras se masturbaba. mordí mi labio inferior con fuerza, mientras que hacia lo que me ordenó.
todo mi cuerpo quedó a su merced y cuando sentí el ardor de su cachetazo en mi culo, sonreí. mi cabeza se inclinó hacia atrás con brusquedad, mientras que él tiraba de mi pelo con bastante fuerza, algo que ya ni me dolía, si no, que me excitaba más. comenzó a moverse fuerte, movimientos precisos y frenéticos. -no sabes las veces que me toqué recordando estos momentos.- confesó. -¿vos te tocaste, julieta?

todo era una mezcla de emociones. morbo, nostalgia, enojo, bronca. -si, tomás, me toqué pensando en vos.- escuché su risa de satisfacción mientras que insentificaba sus movimientos.

.

abrí mis ojos, encontrándome una cabellera verde.

me senté, ahí estaba tomás, desnudo, pero cubierto con las sábanas blancas de la cadera hacia abajo.

-dios...- murmuré recordando todo lo que anoche pasó.

¿tan rápido caería?

dios, julieta, no entendiste nada.

al menos podría poner de excusa que estaba borracha, que ambos lo estábamos. rogaba que él haya estado drogado o borracho, como para no acordarse de que habíamos garchado, aunque lo dudaba, tomás estaba en todos sus sentidos anoche.

caminé hacia su cocina para hacerme un té, tenia que liberarme de esa resaca y enfrentar mis problemas cuando tomás despierte.

¿qué le diría?

"sí, la verdad, aprendiste nuevas tácticas en el sexo y la verga te creció mucho."

no.

ya no había escapatoria, yo quise, él quiso, ambos quisimos y eso me llevaría a un problema grande.

𝘤𝘩𝘪𝘲𝘶𝘪𝘵𝘪𝘵𝘰𝘴 » 𝘤.𝘳.𝘰 𝘺 𝘤𝘢𝘻𝘻𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora