quince.

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julieta.

estábamos haciendo las pruebas de sonido, dentro de cuatro horas sería la presentación y la verdad, estaba demasiado nerviosa.

-¿todo bien vos?- le pregunté a joaqui.

-si, si ¿porque no vamos ya a prepararnos?

-falta todavía.

-no, vamos, dale.- dijo, agarrando mi mano.

-no, joaqui, me quiero quedar a hacer las últimas pruebas.- contesté.

-¡vamos!- exclamó.

-¿qué pasa?

-ay, no.- soltó y me volteé.

ay, no.

cerreo, crackero, tomás, tomi, pelusa, estaba ahí, acompañado de sheila, lucas y una chica rubia.

h al verme me sonrió y él parecía no notarme, o se hacia el boludo.

-si, vamos.- hablé, caminamos hasta los pasillos y llegamos a nuestro camarín, me fui al baño y me lavé la cara, tratando de soltar la tensión.

-todo va a estar bien, amiga.- me dijo joaquinha, cuando salí del baño.

[...]

terminaron de maquillarme y mi productor me indicó que salíamos en dos minutos.

no paraba de pensar que él estaba ahí, entre la gente de mi show.

caminé hasta afuera y comenzaron a colocarme los auriculares y esas cosas.

mi amiga tomó mi mano, mientras que mis bailarinas chillaban felices. cuando llegamos al escenario, la base de ay papi comenzó a sonar.

la transpiración de mis manos, mi corazón latiendo fuerte y mi aliento que faltaba.

miré al v.i.p, ahí estaba, y me miraba fijo.

tragué en seco.

comencé a cantar logrando que la gente del público baile. y así estuvimos, por lo menos, una hora, animando a la gente que baile como loca.

bajé del escenario secando el sudor de mi frente con una toalla, casualmente, después de mi, venia barderos.

queria que simplemente la tierra me trague, no estar ahí ni por casualidad, que una pared se caiga encima mío y morir, pero no estar ahí, no verlo a los ojos, no tenerlo cerca, porque me haría sentir la pendejita boluda que fui hace seis años atrás.

sentí una mano en mi hombro y me volteé, para mi suerte, no es en realidad quien pensaba, si no que lucas.

él me sonrió. -juli, tanto tiempo.

lo abracé, de todos modos, los problemas nunca fueron con él. -si, luquitas, un montón ¿todo bien?

-bien, bien, la re rompiste.- confesó.

-gracias, en serio.

-ella es sol, mi novia.- me presentó ante una rubia que me miraba sonriente.

-un gusto.- le dije, ella deja un beso sobre mi mejila.

-¿qué vas a hacer después?- me preguntó.

-nada, supongo, dormir.- solté riendo.

-¿no querés venir a la jodita que vamos a hacer? van a ir los chicos también, mauro, seba...

dudé. -no sé, lucas, no creo que sea muy bienvenida.

-si te estoy invitando yo, pava, obvio que sos bienvenida.

-bueno, está bien, lo voy a pensar.

-lucas, ya sali...- escuché su voz.

dios, no.

por favor, no me puede estar pasando.

levanté la mirada.

y sus ojos conectaron con los míos.

ya está, no había tiempo para ser cobarde ahora.

-hola, julieta.- soltó él, casi dudoso de decirlo.

-hola, tomás.- dije. -yo ya me voy, tengo que ir a hacer cosas, eh, después hablamos, lu.

[...]

tomás.

las luces titilaban causando que me desoriente un poco más.

caí sentado al sillón, mientras que sheila colocaba un porro sobre mis labios y lo prendía, sonriéndome.

-estás hermoso, amor, la rompiste.- soltó.

-gracias.

me sentía incómodo ante ella.

sheila pensaba que éramos una pareja feliz, pero ni siquiera estábamos de novios porque nunca se lo pregunté.
después de julieta, no tuve ninguna novia más y sheila, pensaba que podía ocupar ese vacío que ella no sabia que tenia y la verdad, nadie podía llenarlo.

haberla visto me descolocó.

estaba tan grande y parecia tan segura de si misma.

intenté buscar en su mirada aquella nena que yo conocí hace años, pero no logré, seguro porque se encargó de matarla y enterrarla para que nadie más vuelva a lastimarla.

solté un largo suspiro, mientras le daba varias caladas al porro para tomar valor y caminar por la casa hasta toparme con esos ojos avellanas que me habían vuelto loco nuevamente.

-ya vengo.- le dije a sheila, y ella simplemente asintió.

esquivé a la gente drogada, alcoholizada y eufórica, hasta llegar a una parte donde había un tumulto grande y en el medio, estaban julieta y mauro bailando juntos.

ella se notaba feliz, o al menos eso queria hacer parecer.

pasé mi lengua por mis labios quitando la resequedad y di unos cuantos pasos hasta quedar frente a ellos.

duki alzó la mirada y le susurró algo a julieta, haciendo que esta misma, imite su acción.

¿porqué siempre que hacíamos contacto visual el mundo parecia detenerse?

¿porqué seguía persiguiéndola?

quizás ella pensaba que lo nuestro solamente fue una chiquilinada de pendejos, que no tuvo ningún valor, o quizás, también me extrañaba.

había intentado buscarla, hasta que pedro me pidió por favor que deje de hacerlo porque le hacia daño recordarme, lo entendí y me alejé del todo, aunque me doliera.

ella dejó de bailar, dejó de reír y bajó la mirada, rindiéndose en esa guerra que estábamos teniendo.

hice un gesto, levantando la cabeza para que me siga, pero ella caminó por entre la gente despareciendo de mi vista.

no, no iba a dejar que se fuera, así que la perseguí.

y cuando mi mano sostuvo su brazo, ella se volteó. -¡dejame, tomás!- gritó, su maquillaje estaba corrido y pude notar que, por un momento, ella había vuelto a ser la julieta vulnerable de siempre. -¡quiero irme!

-y yo quiero que hablemos.

se soltó de mi agarre. -no, yo no quiero hablar con vos.

sabia que mentía.

sabia que ella se moría de ganas al igual que yo de rememorar los momentos que tuvimos en nuestra adolescencia.

𝘤𝘩𝘪𝘲𝘶𝘪𝘵𝘪𝘵𝘰𝘴 » 𝘤.𝘳.𝘰 𝘺 𝘤𝘢𝘻𝘻𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora