doce.

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tomás.

julieta acariciaba mi espalda mientras trataba de procesar todo lo recién ocurrido. yo, había tenido un ataque de pánico, algo que hace mucho no tenia.

-¿te sentís mejor?- preguntó y asentí.

le di el último trago a la botella de agua y hablé; -¿podemos ir a tu casa?

-si, obvio.- extendió su mano para ayudarme a levantarme y caminamos, en silencio, hasta su casa. -no hay nadie hoy...

-bueno...- suspiré.

-¿tenés algo que contarme?- se sentó en el sillón, mirándome.

-si...- jugué con mis dedos, nervioso y con una angustia que invadía mi pecho.
-julieta... fue hace mucho tiempo, cuando yo tenía cinco años, maso menos, pero me acuerdo patente.- tragué saliva. -mi vieja se iba y me dejaba con él, su novio en ese momento, porque era la persona en la que más "confiaba" porque no tenia a nadie. entonces, ella se iba a trabajar y, los primeros meses, estuvo todo bien. él me ayudaba con el jardín, me llevaba, me regaló una bicicleta, jugaba conmigo, me hacia de comer; actuaba como el padre que nunca tuve. hasta que... un tiempo las cosas cambiaron.- sentía que el aire me faltaba ¿de dónde estaba sacando el valor para contarle todo esto? -y... me pidió que juguemos un juego, yo, inocente e iluso, acepté.- pasé mi mano por mi cara, sintiendo como las lágrimas iban recorriendo mi cara. -y... no era un juego lindo, al menos, no para mí... él... me tocó, julieta, de todas las maneras que se te ocurran. fueron horas de manoseos interminables, que me habían hecho paralizarme. no recuerdo que hizo exactamente, solamente me recuerdo ahi, estático, escuchándolo gemir asquerosamente. después se fue y... a los siete, cuando quise contarle a mi mamá, él me molió a golpes diciéndome que, si le decía, la mataba.- suspiré. -nunca tuve el valor de decírselo a nadie y mi mamá me odió desde ahi, porque supuestamente ella, fue mi culpa que ellos se separen.

ella se quedó en silencio, llorando.

yo miré al costado.

sentía vergüenza de mi mismo.

quería dejar de cargar esa pena de una vez por todas, quería dejar de cargar los problemas psicológicos que mi propia familia me generó.

-tomi...- se acercó a mi, para abrazarme fuerte. -dios mío... es... todos... son unos hijos de puta.- soltó. -no lo puedo comprender ¿porque a vos, mi cielo?- me tomó de ambos lados de la cara, pero yo era incapaz de mirarla a los ojos. -vos no te mereces ni la mitad de todo lo que te hicieron...

solté un sollozo. -perdón por haber sido un cobarde y no habértelo contado antes, pero creí que tapándolo, ocultándolo y nunca hablando de ese tema podría superarlo, pero veo que no...- dije. -perdón...

negó. -no, tomás, vos ibas a contármelo cuando te sintieras seguro de hacerlo.- volvió a abrazarme. -¿te amo, sabes?

-yo también te amo.- contesté con la voz hecha un hilo.

un beso suyo fue a mi frente y me sentí bien.

me sentí protegido teniéndola conmigo.

𝘤𝘩𝘪𝘲𝘶𝘪𝘵𝘪𝘵𝘰𝘴 » 𝘤.𝘳.𝘰 𝘺 𝘤𝘢𝘻𝘻𝘶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora