Restos de una hoguera

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El rocío de la mañana caía y se deslizaba sobre las hojas de los árboles, cayendo sobre el suelo y sobre todo aquello que se encontrase por debajo. El viento y tormenta de aquella noche dejaron secuelas grandes, varios árboles botaron sus hojas y algunos otros desprendieron frutos. El sonido de las pezuñas de caballos invadieron esa mañana, varios galopes y en distintas direcciones retumbaban con sus sonidos el suelo.

Después el sonido se paralizó por un breve instante, mis oídos se encontraban percibiendo únicamente los latidos de mi corazón, mientras en el momento de atrapar el aire, logro escuchar ahora todas mis respiraciones. Tras chocar los galopes, desviamos todo el grupo a una arboleda, las sombras de los árboles cubrían el lugar permitiendo camuflarnos. El silencio hacía presencia de nuevo, tras escondernos dentro del verde follaje y la oscuridad que nos brindaban las hojas y los troncos, pudimos abrir paso a un nuevo pasaje que podría brindarnos un refugio para permanecer la estancia fuera del refugio y del cuartel de investigación, mucho más afuera de lo que unas simples almas sabían, fuera de Sina, fuera de Rose, fuera de María, estas eran las alas de libertad y se encontraban recorriendo el territorio enemigo con sus sigilosos movimientos, este era el exterior.

Mi capa se deslizaba suavemente de mi cabeza, volví a acomodarla y cubrirme.

Luego volteé a mi derecha, ahi se encontraba ella, con solo ver sus ojos color miel me percaté que ya se encontraba lista. Luego me dirigí a la segunda persona, a mi izquierda, su pañuelo subía de arriba y abajo y su seria mirada me indicó exactamente lo mismo. Tras esto volví a dar una mirada atrás mío, el de rubios cabellos y el de los oscuros también asintieron con sus ojos. Y así, volteé mi vista al frente, hasta que recordé sus palabras, "Ya te lo he enseñado antes, recuerda que no solo tienes que ver al frente, detrás tuyo también recibirás golpes".

Levanté mi mano derecha para dejarla extendida en el aire, la bengala se encontraba en dirección al cielo y mis dedos se acomodaron sobre el gatillo y el mango. Después tras presionar, la primera señal había dado su aparición.

El humo negro recorrió desde la punta hasta el cielo, parabólicamente, tras esto me encogí en mi caballo oscuro y una vez más dirigí mi mirada al frente.
Esta vez iba a ser distinto, no, esta vez me sentía distinto, no solo tenía un sueño, un ideal, un sentido de vida, sino que también lo tenía a él, a su lado me sentía poderoso, al estar a su lado sentía que mi poder llameaba fuego. Ahora nadie iba a poder detenerme, detener mi camino, mi destino.

Levanté la cabeza y me aferré a las riendas del cuero, del Arsenal de mi caballo. Y agudicé mis oídos para poder percibir aquellas pisadas, eran rápidas, constantes, sin embargo casi inaudibles, estas tenían una dirección no definida, pero si me concentraba más en ello, si me sumergiera más al instinto, podría decir que este provenía de....

- Petra.- No aparté ni un solo segundo mi mirada del frente, ella contestó mi llamado.

El titán excéntrico, estaba comenzando a acercarse, desapareció antes al notarnos cerca, pero sabía que permanecía siguiéndonos, por eso solté la señal.

Ella volvió a preguntarme y yo le di la orden.

- Tu y Eld, a la izquierda, dispérsense.- Asintió y se apartaron de nuestra formación.

Ahora quedábamos tres.

Me posicioné en la posición que se encontraba mi compañera anteriormente, ahora formábamos un triángulo, luego de eso las pisadas se acercaban cada vez más cerca.

Our Ackerbond | Más de Cuatro Años de InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora