Una sola bala

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Las carrozas se desplazaban por las calles trayendo en su interior a las más finas doncellas, los caballeros con mucho respeto abren las puertas y con una reverencia digna para una dama daban paso a que las primorosas mujeres salieran, soltando risas y gestos muy refinados mientras levantaban sus caros y preciosos vestidos para que no se arrastraran sobre el suelo. Aquella imagen tan superficial nos revuelve el estómago a todos.

El muchacho de cabellos rubios se acomodaba sus anteojos, mientras gacho se encontraba vigilando aquella puerta de dentro de una joyería, esperando a que el plan no se estropeara y que su líder y su compañera no estuviesen teniendo problemas. Todo iba perfecto, pero al parecer su compañero no había amanecido de buen humor el día de hoy, este a su lado seguía quejándose de aquel tema en particular.

- Estoy harto de tener que estar aguantando.- Decía el moreno de cabellos marrones mientras se rascaba la cabeza.- Ayer ella no paraba de restregarme en la cara lo mucho que lo amaba, sabiendo bien, que yo me enamoré de ella, no comprendo que es lo que le sucede.-

Su compañero rubio simplemente continuó vigilando la puerta, la verdad, poco le interesaba lo que su amigo le contaba y sabía bien que el no debería estar contando algo que no tuviese que ver con la misión, pero no podía decirle nada, después de todo, nunca era capaz de lograr calmar al otro, era un caso perdido.

- Keiji, concéntrate, la Líder puede salir en cualquier momento, necesito de tu cooperación.- Decía el rubio.

- Abel, aun que sea por un momento dame un consejo amoroso, prometo dejarte en paz si lo haces, venga.- Imploraba mientras concentraba su vista en su amigo, este dió un largo suspiro y contestó.

- No podemos hablar de cosas ahora, tenemos que estar pendientes de si nos dan la señal o de si algo salió mal, la vida del Líder y de Nifa dependen de este momento, Keiji.- Musitó sin despegar la vista de aquella puerta.

Pero su compañero continuó con aquella perenne rebeldía.

- Oh vamos amigo, ya han pasado como veinte minutos y ellas no han salido aún, solo vengo a robarte un solo y diminuto minuto de tu tiempo, no seas tan cruel.- Le chantajeó, Abel dió un suspiro más, y esperó otros diez segundos para revisar de si algo sucedía y al notar que todo permanecía igual volteó a ver a su compañero quien de inmediato curvó una sonrisa de orgullo al ver que por fin le había hecho caso.

- Seré breve, así que no esperes que me extienda mucho.

- ¡Eres el mejor compañero que he tenido!- Habló con un tono más alto, pero el otro simplemente le calló para que recordara los sigilosos que tenían que ser, entonces este asintió.

- No tengo experiencia amorosa y mucho menos, he tenido pareja, sin embargo, he visto casos similares al tuyo.- Comenzó a tratar de saciar las necesidades del otro mientras que esté le escuchaba con atención.

- Técnicamente esa chica no te merece, no trata de que tengas celos para que vuelvas con ella y vuelvan a ser pareja, lo que hace realmente es ponerte celoso simplemente para hacerte sentir mal y para que entiendas el odio que te tiene. Así de simple es. Ahora permíteme a hacer lo que estaba haciendo.-

Dirigió nuevamente su vista sobre aquella puerta mientras centraba su concentración en los sonidos, pero su compañero tras permanecer callado unos momentos, volvió a hablar, esto estaba estresando más a Abel.

- Pero... ¿Significa que debo hacer lo mismo que ella? Es que de verdad me está matando.-

El rubio frunció el seño, volviendo a soltar otro enorme suspiro y volteó a ver a su amigo una vez más para hablarle.

- ¿Podrías aún que sea una vez concentrarte en la misión? Prometiste cooperar si yo te respondía.- Soltó con enfado.

- Corrección, prometí no molestarte más, no cooperar.- Le respondió.

Our Ackerbond | Más de Cuatro Años de InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora