Azul

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Un frío viento se encontraba acariciando mi ancha espalda. Una abismal tormenta de sonidos oleaban mis oídos junto con aquel tenue color blanco de los rayos del sol buscando que iluminar. No era sólo el viento quien participaba en aquella batalla sonora, abominable sonido de la noche. Mis camaradas gritaban aterrorizados mientras eran devorados y pisoteados como si carecieran de valor. Todo confundido con el fuerte ruido del viento quien chocaba tras mis espaldas. Tieso en aquel momento, varado en la nada, mi cuerpo y mente comprendían la situación. No se me permitía descansar, por que ellos estarían constantemente despiertos para recordarme "Que nuestros corazones no serán en vano". La vida me recuerda todas mis dolencias, y mi condena, la condena de esta pobre alma sedienta de un lujurioso sueño, no se iba a disipar. Siento como si pronto pagaré toda esta deuda, deuda que llevaré conmigo mismo hasta que llegue el día que mis huesos se sequen. Solo para ese entonces sigo anhelando y sigo añorando, poder cumplir mi sueño antes que eso pase.

No debería, pero, en vez de descansar apaciblemente después de un arduo día de Comandante. Lo único que surge tras horas sin descanso alguno es tener esta misma pesadilla. Son incontables las veces que la he vivido. Vivido por que la siento real hasta en mis huesos. Y no negaré que posiblemente sea un castigo por mi egoísmo. Tomaré esto como un claro recordatorio de lo que soy realmente. Un simple ser humano.
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La muchacha se veía muy concentrada en su trabajo con el lápiz, ignoraba por completo la presencia de Oruo quien de vez en cuando le lanzaba preguntas como "¿Por que el Capitán le ordenó hacer esto?" y ella simplemente respondía con un "Aham" por supuesto esto es por su leve concentración, mientras trazaba cada parte del dibujo sobre el lienzo mientras sacaba su lengua de manera casi inconsciente. No parecía dudar absolutamente nada del por qué tenía que hacer esto, simplemente admiraba al capitán y estaba dispuesta a ayudarle si necesitaba algo. ¿Pero, hacer una pintura? Y más específico, es del Comandante. Oruo intentaba ayudar con el intento de boceto de Petra, puesto que parecía no ser la indicada para este trabajo y por eso decidió adelantarse un pequeño truco que le ayudaría complacer la petición del Capitán sin esforzarse mucho.

- Señorita Petra, ya me encuentro aquí- Apareció este distintivo personaje tras sentarse también en la silla junto a aquella redonda mesa en el gran salón. Era un salón para ciertos miembros quienes podían entrar para merendar juntos u tomar alcohol o realizar actividades como apuestas y cosas parecidas.- Veo que ha hecho un gran avance, ¿Me permite?...- Se había colocado justo al lado de la muchacha quien esbozaba una bella sonrisa.

- ¡Claro, Moblit! Tu eres el artista aquí- Se hizo a un lado para que el se posicionara justo en el medio, teniendo que empujar a Oruo para que también le hiciese espacio. Era una maravilla, ver a un artista en acción es de las pocas cosas que te pueden pasar en la vida, sin duda, la señorita Hanji, no mentía con que su buen amigo y compañero era un dios cuando de arte se trataba.

- No se me da mucho el arte...- Decía el muchacho mientras borraba parte del boceto y hacía suaves líneas curvadas totalmente perfectas sobre aquel lienzo blanco. ¡Pero que bronca! No puede decir eso con aquella habilidad que poseía cual domador de lienzos se tratase.- ¡Me estás jodiendo!- Se había exaltado Oruo mientras observaba aquel boceto que ya estaba dando forma.- ¡Si estás dibujando como la maravilla!- Masculló mientras mostraba un leve enfado ante la anterior confesión de parte del castaño rubio.

Este solo se ruborizó y optó por concentrarse más con su trabajo. Parece ser que Petra se había esforzado sin importar que no se le daba mucho lo del dibujo, esto lo notó el hombre tras ver el anterior boceto, puesto a que el ángulo e intención del Comandante era muy llamativa, eligió la escena perfecta y decidió darle vida.

Our Ackerbond | Más de Cuatro Años de InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora