La Conexion Extraña

453 24 1
                                    

Nada me importaba más que poder mostrarles a Farlan y a Isabel la vista que había fuera del subterráneo. La superficie. Aquel lugar que hasta yo mismo desconozco, ese lugar que solo la gente que nace privilegiada de haber sido concebido en el exterior puede disfrutar. Nosotros, los hijos de pobres y gente muerta de hambre, no se nos permite gozar de aquella maravilla de vida, aun que nos esforzáramos en conseguir una vida de calidad sin importar que tanto abusemos de los crímenes y delitos que cometíamos no se nos quitaba el hecho de que seguíamos siendo aquellos hijos asquerosos que caminaban descalzos por el suelo y que sus cuerpos no podían sostenerse por si mismos por la falta de nutrición. Niños llorando de hambre para que les alimentasen, mujeres prostituyéndose para poder llevar algo a sus bocas y seguir existiendo, hombres que tenían que robar para alimentar a su familia, y el otro lado, el lado más asqueroso y pestilente de la ciudad subterránea, aquellos hombres cerdos que solo se preocupaban por sí mismos, que disfrutaban de las miserias de los otros, abusadores, asesinos, ladrones de mal corazón, violadores y mucho más, eran ese lado desagradable de esta maldita ciudad. Con solo respirar el alrededor ya entraba el polvo y el mal olor por tus narices, lo irritante de ver que a pesar de lo más limpio que tengas un hogar está se volvía a ensuciar otra vez.

Mi amada madre, quien me cuidó como nunca nadie hizo, la que me alimentó de sus senos y que me crió con un valor impresionante, sus costumbres de limpieza eran lo que más miraba y a pesar de mi corta edad yo comprendía que le hacía bien. Esa madre que un día cayó en una enfermedad, enfermedad que pescó por culpa de aquel trabajo que la denigraba, aquel trabajo que era su única opción para seguir viviendo, y lo que más le importaba, era mantenerme con vida. Cayó en aquella cama que se encontraba ya adherida a su cuerpo. Viendo que no se podía mover para levantarse, me negaba diciendo que se encontraba bien, me mentía diciendo que no tenía nada. Diciendo que pronto se levantaría y acudiría de mí. Fui tan ingenuo. Cuando me enteré que ya su cuerpo estaba muerto fue cuando ese olor cubrió la habitación. Comprendí que mi vida sería corta y que nada podría salvarme de ella. Me sigo arrepintiendo el no haberla ayudado, el no haber acudido por alguien para que la salvase. Esa cama, esa maldita cama, la que mató a mi madre. La imagen de mi madre recostada sobre aquella cama no sale de mi cabeza. Si bien yo tengo un insomnio indomable, dormir o ver una cama era una horrible experiencia.

Recostarme en una silla y velar toda la noche en busca de algún atentado. Proteger mi hogar con esta autoridad que tanto emito. Rajarle el cuello a cualquiera que ose pasar por aquella puerta, era la única razón por la que mi cuerpo no dormía. Lograba descansar cuando farlan quería que yo sediera mi puesto de vigila a el. Pero solo conseguía por máximo tres horas de descanso para que después me levantase y me tocara velar junto a él.
Si bien parecía que yo tenía control absoluto de mis días, lo que pasaría en aquel día iba a cambiar por completo el rumbo de mi destino. En el destino que me encuentro envuelto ahora. Un destino irremediable.

Tras salir por aquel edificio oscuro y sucio que contenía aquel polvo despreciable por todo el ambiente, ese soldado del cuerpo de exploración cayó sobre mi con su equipo tridimensional. Logré esquivar lo suficiente para evitar salir herido y aterrizamos por aquel suelo terroso. Saqué aquel cuchillo que siempre tengo en mis ropas para defensa propia y lo utilicé a mi favor para poder eliminarlo de mi camino, cuando ya iba a ganarle este se retiró del camino tan pronto como parpadeé. Me dije a mi mismo, ¿entonces esta es la legión de reconocimiento? No aparte mi mirada al alrededor, mientras mi cuerpo se encontraba en total alerta yo iba observando cada lugar para enfrentarme al enemigo que me estaba enfrentando. Sabía muy bien que no eran soldados cualquiera y que debo ser precavido al momento de demostrarme ante ellos, las victorias solo se consiguen si acepto estas, si fallo significa que yo mismo me permití fallar, que yo mismo me dejé vencer. No iba permitir que esta gente consiguiese un poco de mi derrota, no permitiría a que me vieran ceder ante sus leyes, más que todo estaba más que convencido que iba ser yo el que ganase aquella batalla. Pero, estaba completamente equivocado.

Our Ackerbond | Más de Cuatro Años de InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora