Veinticuatro.

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Antes de la tormenta.

Algunos recuerdos están bloqueados en la cabeza de Theo. A veces cree que se borraron y otras veces piensa que una parte de él, los escondió. Como si estuvieran bajo una contraseña la cual no sabe o un candado con una llave demasiado particular. Pero no gasta su tiempo pensando en eso, supone que no es relevante.

Tiene algunos recuerdos de pequeño, casi siempre debajo de un árbol que había en su primer patio o jugando solo en su habitación. La mitad de ellos son comunes, en algunos está con su mamá y en otros no. No recuerda mucho. Sólo lo suficiente para tener algo de su infancia.

Recuerda soportar a sus compañeros en primaria. En secundaria directamente los detestaba.

Lo dejaban volver a casa solo, le gustaba eso. El silencio. Así que desde aproximadamente quinto grado caminó las calles sin compañía.

Era normal para él ir y venir sin nadie. Para ese entonces sólo era el chico silencioso y arisco. Existía al margen de todo lo que conoce y forma parte ahora.

Theo tenía catorce. Lo golpearon. Le rompieron el labio y escupieron sus pies. No era tan listo como ahora ni tan tonto, pero al parecer mirar con burla a los que van al último año de secundaria, no es lo más conveniente. No se arrepiente de verlos como si fueran imbéciles, lo eran. Se arrepiente de no haber tenido la oportunidad de devolverles el golpe. Eran cuatro: dos lo sostenían, uno lo golpeaba y el otro vigilaba que nadie apareciera.

Ellos se enojaban cuando Theo no lloraba o pedía que parasen, sólo los miraba creyendo totalmente superior. Le dolió como la mierda pero prefería los golpes a que pedir perdón o suplicar que se detengan. Una mierdecilla orgullosa que no le importaba nada.

Recuerda a alguien llegar gritando y los cuatro huyendo. Una señora mayor con un bastón. "¿Estás bien?"

Asintió, se puso la mochila y se fue.

Fue ese día cuando Theo cruzó una línea. Volviendo a casa.

Vivía a varias calles y no solía notar a las personas alrededor, pero alguien si lo había notado a él.

"¡Eh! ¡Niño raro!"

Theo no asimiló que le estaban hablando a él. "¡Tú! ¡El que parece que le dieron una golpiza!"

Entonces si los vio. Sentados en la acera y mirándolo fijamente, con las pintas menos confiables y repletos del olor al humo de lo que fumaban.

"¿Qué?" Recuerda responder secamente.

Le hacen una seña para que se acerque y eso hizo, como no. "¿Que quieres?"

"Calmado, niño bravo. ¿Que te pasó en el labio?"

"Me lo partieron ¿no lo ves?"

Claro, meterse en un lío por mirar mal y podría meterse en otro por hablar de más.

Siete en total. Dos chicas y cinco varones. Nunca recordó sus nombres. Ni siquiera recuerda sus rostros.

Un chico se acercó con tranquilidad al pequeño Theo. "Lo veo. Imagino que los dejaste peor"

Ve el suelo con fastidio. Retoma su camino dejando de lado la burla. "¿Quieres venir con nosotros?"

Se detiene con cautela. "¿A dónde?"

"A los límites de valester"

Valester. Lugar tranquilo si vives en los lados lindos y decentes. Dónde vivía Theo.

Más allá de eso, todo es feo y peligroso. Todos los adultos decían que nadie debería ir ahí. Que posiblemente te matarían o robarían todo. Que ahí era un nido de delincuentes, vagabundos y drogadictos.

Extravagante. (Thiam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora