Cuarenta. [ 1 ]

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Parte 1: Un Dunbar valiente.

[Hace siete años]

—¿Sí? ¿Sucede algo? —pregunto a dos caras extrañamente familiares. Cree haberlos visto en alguna reunión con las demás parejas del vecindario. No los reconoce por los uniformes de policía que llevan puesto.

Son dos jóvenes de treinta años. Tienen una mirada apenada y una mueca triste.

—Lo... no se cómo decirle esto... ¿Clara, verdad?

Ella asiente sin comprender la tensión en sus cuerpos, sin jamás creer lo que sus ojos ya están hablando.

Pues supo que algo había pasado cuando el amor de su vida no respondió el teléfono. Cuando dos policías aparecieron en su puerta a las  ocho de la mañana.

Sólo siguió rogando al universo que no sea lo que su corazón adolorido está pensando. Lo está rogando.

—¿Que sucede? —cuestiono sosteniendo la puerta con fuerza.

Uno de ellos se aproxima con una real pena—. Señora Dunbar, es sobre su esposo ...  se vio envuelto en una especie de pelea entre bandas armadas.

Ella sonríe negando. No.

—¿Está en el hospital? Deberíamos irnos inmediatamente, ¿está muy grave? sé que mi marido suele ser un dramático cuándo no estoy cerca, ¿pueden llevarme al hospital, por favor? —hablo con velocidad pero su cuerpo no respondía. Todo en ella sabía la verdad.

—Señora Dunbar... su esposo... lo sentimos mucho.

Clara Dunbar cae de rodillas negando una y otra vez. No. No.

—No, no, están equivocados. ¡Lo vi hace un par de horas! ¡Él... él volvería para el desayuno! No.

Los policías bajan lentamente y sostienen sus hombros con delicadeza. Se ofrecieron a dar la noticia por la cercanía de las familias.

Ella ya no escucha nada. Todo se nubla y su cuerpo ya no pertenece a su cerebro. Su alma gemela, su otra mitad, el amor de su vida y su felicidad, acaba de morir.

Su alma acaba de partirse al igual que su corazón.

Se queda quieta en el suelo sin poder respirar por largos minutos. Unos piecitos descalzos se acercan a ella con rapidez.

—Mamá, mamá, ¡Liam se había ido con papá! ¡Liam, mamá!

Y entonces, debió detener su dolor. Debió ahogar su grito en su garganta y sus lágrimas en sus ojos. Los sucesos de la noche anterior la golpearon en el rostro con la fuerza de una ola inmensa y destructiva.

Su alma había sido quebrada pero antes de su dolor, estaba el dolor de su hijo, un hijo el cuál se había ido la noche anterior con su padre.

[Seis horas antes]

Clarita, mi amor. —susurro él levantándose. Ve la hora en el reloj y son las tres de la mañana, suspira agotada de solo saberlo.

—¿A dónde vas a esta hora? —pregunto sentándose viéndolo moverse por toda la habitación. Buscaba un pantalón que tenía en la mano. Mm, Liam habrá sacado lo distraído de él.

—Los chicos a los que trato de ayudar parecen estar en problemas, iré a ver qué todo esté bien y vuelvo, acaban de llamarme y me pidieron que vaya. ¡Es un gran paso, amor! ¡Me llamaron! Jum, es la primera vez que lo hacen.

Lo charlatán también lo habrá sacado de él. Ella siempre bastante tímida y poco sociable.

Se reincorpora cuando la oración se repite en su mente. Su marido es demasiado amable con todos, es una cosa que lo enamoró de él. Últimamente se reune con algunos chicos que tienen problemas, ya sean familiares, sociales, emocionales o económicos del barrio. Nadie les presta atención porque son muy maleducados y rebeldes, cuando su marido se entero de la situación se entristeció al saber tal cosa. Comenzó a intentar ayudarlos, mejorarlos. Funcionó con algunos pero con otros la cosa era diferente.

Extravagante. (Thiam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora