Seis.

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Fue inevitable estar aquí.

Se despertó de un golpe y con la respiración agitada. Su mente parecía estar en su contra, otra vez.

Gotas de sudor desprendían de su frente y su cabello ya estaba pegado a su frente.

El recuerdo de una risa burlona llegó de repente, abrió sus ojos verdes enormemente y su cara se tornó roja.

Cubrió su rostro con ambas manos.

Que verguenza horrible. Lo odia.

Llevo sus dedos hacía sus labios ante el vago recuerdo del sabor a frutilla y vodka.

Fue tan extraño para él.

Apretó los ojos fuertemente y maldijo al universo por dejarle recordar esa noche. 

Aún recuerda la escena, le da enojo y vergüenza al mismo tiempo. Enojo porque ese idiota le había besado y lo detestaba tanto. Pero no sentía vergüenza porque lo hayan besado, no. Fue más que eso, la manera en la que lo había hecho lo había desarmado por completo y vuelto armar en segundos. Fue de una manera tan profunda y demandante que se sintió arder, se odia por haberse acostumbrado al movimiento y no haberse resistido más.

¿En qué estaba pensando?
¡Es Theo!

Fue como si pasado unos segundos, su cerebro se hubiera desactivado por completo. Maldito alcohol. O chocolate.

Theo había recorrido cada parte de su boca y lo había inquietado de una forma estúpida.

Y no fue lo peor, el maldito con disfraz de pirata se le había reído en la cara y cada segundo que pasaba, él quería que se lo tragara el universo.

No le gustaba los acercamientos innecesarios con otras personas y él lo había besado así como si nada. Y le dio el descaro para burlarse, increíble.

Y cómo había dicho el de cabello castaño, nada de eso pasó. Nunca. Se le daba bien fingir.

Ve algunas marcas en el techo y le da formas sin sentido.

Algunos recuerdos llegan a su mente y sonríe.

Recuerda bajar las escaleras luego de alejarse del balcón y Theo.

Todo estaba a oscuras. La luz volvió al igual que las luces de colores, la música y los festejos. A lo lejos vio a Alex y corrió hacia dónde estaba.

—¿Donde estabas? —Alex lo miró confundido.

—¿Dónde estabas tú?

—No lo sé, pero no volvamos a separarnos.—el otro asintió efusivamente.

A su lado estaban los demás. Alysa los guío hacia el jardín.

—Al fin sin ruidos. —el jardín era enorme y bien cuidado.

Simplemente fascinante. Danny llegó con algunas botellas y pizza, seguramente fría. Todos permanecían sentados en el suelo, ya no había rocío.

—¿Que había sucedido con la luz?

—Solo un fallo en la electricidad, creo.

Su cabeza se movía asombrada por todos lados al ver las distintas flores y un gran árbol. Los otros parecían comunes y él se estaba maravillando con ese lugar.

—¡Es muy lindo!

—Oh, cierto que tú nunca viniste aquí, bienvenido a mi jardín. —hizo una divertida reverencia—. Bueno, lo cuida mi madre así que técnicamente es de ella.

—Dile a tu madre que merece algún premio o diploma por este lugar.—dice alegre Liam. Sam se rió.

—Aquí hay pizzas, ustedes nenitas. — apuntó a Emma, Alysa y Alex—. Coman así se les va el efecto del alcohol.

Extravagante. (Thiam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora