Lo necesitaba

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(Narra Mati)

Entré a la habitación de Emily y allí estaba, acostada en su cama, tenía los ojos hinchados de tanto llorar, se veía tan triste, tan indefensa.

-Hola niña - Dije suavemente, abrió los ojos pero en su rostro se notó la impotencia de no poder verme. Se sentó y extendió sus brazos hacia mi.

-¿Mati?- Me preguntó y yo la abracé muy fuerte intentando no llorar, verla así me rompe el corazón.

-Soy yo niña, aquí estoy- Me abrazó aún más fuerte y empezó a llorar.

Estuvimos así un buen tiempo, no quería soltarla, se que debe sentirse muy sola, sin poder defenderse, sin poder verme. 

-Hey, te traje tus chocolates favoritos- Le dije mientras quitaba su cabello de su cara, la veo y no creo lo que está sucediéndole, simplemente no logro entender como pasó y mucho menos logro aceptar que esto será así para siempre. No quiere sonreír, el dolor que tiene no la deja hacerlo, me prometí que haría que fuera feliz, que no dejaría que su sonrisa se desvaneciera, pero ahora mismo no se como hacerlo.

-Gracias Mati- Su voz está quebrantada, no tiene fuerzas, no es ella misma.

(Narra Emily)

Cuando escuché a Mati, no podía creerlo, realmente necesitaba su apoyo en estos momentos, él me conoce más de lo que yo misma me conozco. 

Abrí los ojos, esperando que todo esto sea una horrible pesadilla, pero sigo sin ver nada, esto no es un sueño, ahora es mi realidad. Extendí mis brazos mientras me sentaba en mi cama, sentí que el llegaba y me abrazaba.

-¿Mati?- Pregunté, tengo que asegurarme de que mis oídos no me estén engañando.

-Soy yo niña, aquí estoy- Lo abracé, lo abracé como si ese abrazo fuera lo único que me pueda mantener con vida en estos momentos, no quería sentirme más impotente, no quería sentirme indefensa ni sola, simplemente quería mi vista de vuelta.

Me separé de él. -Hey, te traje tus chocolates favoritos- Me dijo y sentí que quitaba mi cabello de mi cara. Recibí los chocolates pero una vez más, la tristeza me invadió, no podía verlos, toqué toda la caja, tenía forma de corazón, busqué por todas partes hasta que encontré donde abrirla, comí uno, hasta la comida se siente diferente cuando no la ves. 

Hablé con Mati mucho tiempo, no se cuanto porque no veo el reloj. Me desahogue con él, necesitaba hacerlo y él es la persona que más me entiende y en la que más confío en este mundo. Intentaba no llorar, pero a veces no podía controlarlo.

Le dije todo de principio a fin, empezamos hablando del accidente. Le dije que estoy muy preocupada por mi futuro, es difícil pensar que no volveré a ver, solo pienso en mis estudios, no podré ver películas ni series, tampoco sabré que ropa ponerme, no puedo andar con calma en la calle, no puedo manejar un auto, cuando tenga novio no podré verlo, cuando tenga hijos no podré verlos. Siento que me van a molestar, que mis amigos me van a dejar porque seré una carga para ellos. Siento que ahora dependo 100% de mis papás y de las personas a mi alrededor y eso no me gusta.

También le dije que siento que es mi culpa lo que sucedió, si yo no hubiera gritado, el conductor no se hubiera asustado y nada de esto hubiera ocurrido.

Después de hablar de eso me preguntó por el campamento, le conté todo, principalmente lo de Brigette. Ahora en parte la entiendo, ella debió sentir lo mismo que yo, yo nunca volveré a ver y ella nunca volverá a caminar. Ahora entiendo su dolor y su impotencia, pero no del todo porque mi familia sigue bien.

Agradezco por completo por la vida de Mati, no sería quien soy sin él y no sería feliz sin su ayuda.

Hablamos un poco más hasta que el timbre volvió a sonar...

Diario de una Chica CristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora