Psicología Vol.2

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Dicen que el pasado es lo que nos hace más fuertes, dicen que sin el pasado no serías quién eres ahora. Mucha gente tiene miedo del futuro, a mi, me da miedo el pasado. El futuro es incierto, no puedo tenerle miedo a algo que no he visto, pero el pasado te persigue, como una sombra en tu espalda que no te deja descansar.

"-Recuerda: no puedes cambiar, olvidar, editar o borrar el pasado, lo que si puedes hacer es aceptarlo.-"  Mi abuela siempre fue una mujer muy sabia, ella me entendía, ella era como una segunda madre para mi, esas palabras fueron las últimas que me dijo antes de irse. ¿Pero cómo aceptar el pasado?  

La memoria, la amiga más traicionera que tengo, a veces sus relatos son hermosos, como suaves melodías, hermosos recuerdos de cosas que no deseo olvidar, como la letra de una canción, los nombres de mis películas favoritas o de mis personas favoritas. Pero a veces, sus relatos se oscurecen, se convierte en mi enemiga, recordándome una y otra vez esas cosas que sucedieron, que hice mal, las cosas imborrables, cosas que por más que lo intente, no van a desaparecer. 


Ahí estoy, sentada en un sofá en el apartamento de Claudia, mi psicóloga, su suave voz intenta preguntarme cómo me fue en la semana, ¿Bien? ¿Mal? ¿Eso de verdad importa? ¿Realmente importa lo que piensa una paciente más que ella atiende en su apartamento? ¿En verdad me va a ayudar en algo contarle a una extraña lo que pienso?

-Estoy bien- Eso fue lo único que pude expresar, no porque sea verdad, sino porque no quiero contarle que me siento vacía, que me siento olvidada, que ese sentimiento de invisibilidad y soledad que solía tener y que creí superar me ahoga cada día más. 

-¿Cómo va tu nuevo colegio? ¿Ya iniciaste?-

-Solo fui a conocerlo el otro día, la próxima semana empiezo clases.-

-¿Y cómo te sientes? ¿Conociste a alguien?- 

-Bien, un chico me enseñó el colegio- ¿Quieres saber la verdad? ¿Cómo crees que me siento después de que me arrojaran a una escuela para niños diferentes que no pueden vivir por si solos? ¿Cómo crees que se siente no poder ver tu nuevo colegio, no saber los colores que tiene ni donde se encuentran las cosas? Pues yo te puedo decir que es horrible, que desearía no tener que asistir allí, no tener que soportar a Noah que seguramente siente pesar por mi y por eso me ayuda a conocer el colegio, no tener que abandonar a mis amigos y mi vida pasada solo por un estúpido accidente.

-Bueno, se que no tienes ganas de hablar, y sé que te será difícil contarme lo que te pasa porque no estás acostumbrada a eso, pero te tengo una actividad que necesito que hagas.-

-Ya te dije que no quiero contar nada-

-Lo se, solo quiero que hagas una cosa por mi, se que es difícil, pero necesito que te desahogues, que expreses todo lo que sientes, y ya que no lo quieres hacer conmigo, quiero que hagas un diario, puede ser a través de audios, o puedes aprender a escribir en computadora en tu condición, o le puedes dictar a la computadora lo que quieres escribir, solo quiero que escribas todo lo que sientas en el día, no importa si es muy explicito, no importa que hables de otras personas o de ti misma, cuéntale tus secretos más profundos y desahógate allí, si quieres mostrarme, te ayudaré, si quieres contarme, también te voy a ayudar, y si no quieres contarme nada, lo entenderé, pero necesito que hagas ese diario ¿Tenemos un trato?-

Un diario, ¿Me veo de 5 años? 
No me parece una idea muy convencional pero creo que lo haré, tiene razón, debo desahogarme de algún modo y no quiero contarle a una extraña lo que vivo a diario. Puedo dictarle a mi computadora o a mi celular, que importa si no se escribe bien, lo que importa es que pueda desahogarme. 

-Vale, pero no prometo nada-


¿Por qué le tengo miedo al pasado si es algo que ya no está? 
Hay gente que supera el pasado, que utiliza lo aprendido para no hacerlo de nuevo y que recuerda las buenas cosas de la vida para hacer de la suya aún mejor. Yo no puedo hacer eso, el pasado está ahí, lo siento, está en mis sueños, está en cada cosa que hago.

Ahí estaba el pasado, sentado frente a mi en la sala de mi casa, no lo puedo ver, pero siento su presencia como una caja terrorífica de sorpresas que está a punto de abrirse. El pasado que huele a Vainilla, infancia y sueños cumplidos. Esa parte de mi pasado que tiene nombre, se llama Brigette.

Ahí estaba, sentada frente a mi, puedo sentir su mirada sobre mi, me la puedo imaginar sentada en su silla de ruedas con una mano cubriendo su boca, negando con la cabeza, como si acabara de ver a un fantasma o como si la misma reina de Inglaterra estuviera parada frente a ella. 

Le conté todo, me ahorro las especificaciones porque esa carreta ya me tiene cansada. Le conté del accidente, el nuevo colegio, Noah, Matías, e intenté evadir el tema de Bella porque ella no sabe que tengo una nueva mejor amiga, pero fue imposible porque mi mamá mencionó la noche de pizza con mis DOS mejores amigos, así que no pude ocultarlo por mucho. Lo que más odio de estar ciega es que no puedo ver las reacciones de las personas, para mi, ese silencio incómodo en el que puedes ver a una persona a los ojos e intentar descifrar que siente, essolo un silencio en el que no se nada ni puedo intentar entenderlo porque no lo lograría.


Estuvimos hablando por un tiempo, de su nueva familia y como se va a vivir con ellos en dos semanas, de lo feliz que está, de lo agradecida que está con Dios por cumplir su sueño y responder a sus oraciones y de lo hermosa que le parece Bogotá. Hasta que salió de mi casa.

El pasado puede pesar mucho, toneladas de memorias y sentimientos sobre ti que solo quieren hundirte y no dejarte mirar hacia el futuro. Mientras estaba recostada en mi cama esa noche, intenté recordar lo feliz que me sentía años atrás, lo feliz que era en Santa Marta cuando era solo una niña sin miedo a nada, cuando tenía una mejor amiga que me amaba y a la que yo amaba, recordaba también mi felicidad después de conocer a Bella y a Mati, ellos hicieron que los cambios se sintieran como el golpe de una almohada y no el de un carro. Sonreí.

Luego mi enemiga la memoria llegó a molestar, recordé las noches que pasaba en mi habitación o en mi baño encerrada llorando, las veces que sentía que mi corazón iba a estallar, las veces que ese dolor me llenaba hasta lo más profundo de mi alma haciendo que extrañara cada detalle de mi antigua vida y que odiara a mis padres por hacerme venir aquí. Mientras recordaba eso solo lloré, cuando por fin encontraba salida a mis problemas, cuando por fin tenía amigos que me apreciaban en este nuevo lugar, cuando por fin, después de 5 años de sufrimiento, había encontrado paz. Un nuevo problema de el tamaño de un gigante vino a arruinarme la vida una vez más.

Lloré y lloré hasta que mis ojos se secaron y caí dormida pensando que mañana será un día mejor.

Diario de una Chica CristianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora